Unalma

Del éxito a la realización

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Del éxito a la realización

 

Lo que llamamos éxito puede constituir el mayor de los fracasos. Cuando triunfa el ego, pierde el alma. 

De nada sirve llenarse los bolsillos cuando se tiene vacío el corazón. Ningún brillo podrá encender el fuego interior. Ningún aplauso será un reemplazo posible del amor. Cuando cuentas contigo habrás ganado el premio gordo. El problema mayor no es que se vayan tus amigos, es que sigas huyendo de ti mismo. No tiene sentido ser reconocido si no te reconoces porque darás la vida por el reconocimiento. 

En sí mismo el éxito no tiene nada de malo. Como el fracaso, es una oportunidad. Puedes convertirlo en el mejor de tus aliados o el peor de tus enemigos. Depende sólo de tu modo de vivirlo. Si tienes éxito para vivir es muy distinto de si vives para el éxito. El asunto es que te des cuenta hasta dónde has llegado en el camino porque el éxito puede tanto acercarte como alejarte de ti mismo. 

Mucha gente buena se pierde con lo que llamamos éxito y se convierte en esclava perpetua del reconocimiento. Se tiene de verdad éxito cuando la conquista es adentro aunque no sea notoria. 

Y tienes éxito cuando te vuelves más paciente, cuando sabes bajarte del pedestal de la notoriedad. Cuando conquistas un poco más de humildad. Tienes éxito de verdad cuando las ganancias no te pierden y las pérdidas no te agobian. Cuando no disfrazas cuál puede ser el precio del éxito.

El éxito no es lo contrario del fracaso, ambos pueden ser grandes impostores o grandes maestros. Asumir la actitud de aprendices nos permite liberar sus lecciones que conducen a la felicidad y la realización.

El deseo genera un impulso interior al ferviente anhelo que nos mueve desde adentro en búsqueda de la felicidad y la realización. En el camino tendremos éxitos y fracasos siempre pasajeros, de los que según nuestra actitud podemos ir adquiriendo aprendizajes. Estos son nuestro bagaje en el camino de la realización. Cada aprendizaje nos pondrá en situación de dar algo más de nosotros porque el único sentido de aprender es enseñar de lo aprendido con el ejemplo de la propia vida. Cuando un día devolvemos enriquecido aquello que aprendimos, vivimos un momento de plenitud.

Pero este no es un estado, es un proceso dinámico en el que siempre tendremos algo más para alcanzar. Cuando aprendemos, encarnamos lo aprendido convirtiéndolo en un don interno, que nos ha sido dado para devolverlo a la vida multiplicado. Es como un talento, como una semilla que sembramos para dar la cosecha abundante de nuestra propia vida.

Y al darnos, de nuevo el anhelo, el vacío nos hace presentir una nueva meta, emprendemos el camino y en cada paso que vivimos de corazón experimentamos el amor que nos conduce al servicio como la mejor forma de dar lo mejor de nosotros mismos. Así evitamos la aversión al fracaso y el apego al éxito y aprendemos enteramente la lección de estos dos buenos maestros si somos los discípulos de la vida dispuestos a aprender. Así no hipotecamos la vida en los resultados y no somos poseídos por aquello que obtenemos pues lo poseemos plenamente al entregarlo. Ya las caídas y fracasos en la vida aceleran los procesos de cambio rápido e intenso que son las oportunidades mayores para aprender las lecciones que luego enseñaremos con la vida. 

Pero la realización también es un paso. No hemos llegado… es un nuevo punto de partida. La realización es el primer paso hacia la trascendencia, cuando accedemos a un universo no local y conquistamos un estado de conciencia que trasciende la personalidad y sus personajes. En la trascendencia el presente se convierte en la presencia que genera un estado de permanencia de la esencia. Así no más nos sembramos, somos el arquetipo de la semilla y la semilla y la cosecha. Así no más el futuro se hace presente e incide en el pasado y tenemos la percepción del gran tiempo. Allí nuestras huellas son imborrables y generan el camino para que otros peregrinos se guíen hacia el destino humano. 

 

Vive como si no necesitaras recompensa.

Vive como si te diera igual la crítica que el aplauso. 

No te vendas al mejor postor ni te hagas esclavo del salario.

Entiende que en eso del tener nunca es suficiente si tu mismo no te tienes. No busques ser conocido ni reconocido. Simplemente vive que la vida es la corriente que se renueva siempre. 

Que la corriente construye el cauce y las orillas.

Que la corriente es el agua abundante de la vida. 

 

Autor: Jorge Carvajal

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