Unalma

¿El caos climático es de origen humano?

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¿El caos climático es de origen humano?

 

“Los polos terrestres se están calentando más rápidamente que cualquier parte de la tierra… hoy se va haciendo aparente que muchos de los cambios climáticos extremos tienen al menos una de sus causa en el Ártico”. Ver artículo

Introducción

¿Sabías que el Ártico se calienta al doble de la velocidad esperada y paradójicamente esto puede enviar sus vientos helados hasta una gran distancia en el Sur? 

En unos pocos decenios hemos contribuido a un cambio climático tan acelerado, que estamos sacrificando en poco tiempo multitud de formas de vida que han contribuido al equilibrio de los ecosistemas terrestres por millones de años. 

En los últimos días mientras el polo norte se seguía calentando al doble de la velocidad esperada, mucho más al sur Texas se estaba congelando. Una gran paradoja si consideramos que esa región, cuyo subsuelo es un verdadero océano de combustibles fósiles, ha sido una de las grandes fuentes antropogénicas del efecto invernadero. 

Estamos creando un clima invivible para toda la comunidad viviente

cambios-climaticos-origen-humanoCon el incremento del CO2 atmosférico, procedente en buena parte de las emisiones de los combustibles fósiles, hemos batido un récord deshonroso para la humanidad y catastrófico para toda la comunidad viviente: logramos en unos pocos decenios revertir el lento ciclo natural de 15 millones de años hacia el enfriamiento, y sometimos a los mares, los glaciares, la atmósfera, las selvas y el planeta entero, con toda su diversidad de especies, a los efectos de un desequilibrio climático sin precedentes. Esto nos ha precipitado al torbellino de veranos cada vez más cálidos, inviernos gélidos, y todos los contrastes de una inestabilidad sin par: sequías, desertificación, incendios forestales, extinción de los antiguos glaciares, aumento del nivel de los mares, inundaciones catastróficas, plagas de langostas, alteración de los ciclos agrícolas, inseguridad alimentaria. 

Más que a un cambio climático, asistimos hoy a un desajuste brusco del sistema de sistemas dinámico y complejo, que ha regulado los cambios graduales y asimilables por todas las células vivas del tejido orgánico de la tierra. Este desajuste de los sistemas del planeta puede desencadenar condiciones climatológicas de calor o frío extremos, relacionados con las olas de frío generadas por el vórtice polar. El rápido calentamiento del Ártico impulsa el aire helado del polo Norte hacia el sur, pudiendo alcanzar, como en los pasados días la frontera de Estados Unidos y México. Para los meteorólogos esta ha sido la tormenta invernal más grande, prolongada y cruda observada desde los años 5O del siglo pasado. 

Algunas veces, el vórtice se divide en más de un frente de forma natural, pero la desestabilización de las corrientes de aire alrededor del vórtice podría causar más divisiones de las habituales. Con el rápido calentamiento del planeta, el desplazamiento y la división del vórtice polar puede ser más extremo y frecuente, afectando no sólo a norte América sino a extensas regiones en Europa. 

¿Cómo ha sucedido? 

Sabemos que todos los sistemas físicos emiten y absorben energía. Cuando la absorción es mayor que la emisión, la temperatura aumenta. Si absorción y emisión son equivalentes, la temperatura permanece constante. Si el sistema constituido por la tierra y la atmósfera emite lo mismo que absorbe se presenta un equilibrio que alrededor de los -18⁰ C. No vemos un mundo congelado porque parte de la energía que se emite se escapa lentamente lo cual contribuye a mantener la temperatura media 34⁰ C por encima. 

Nos dice el físico y meteórologo Benito Fuentes López que este sobrecalentamiento de 34 grados es una forma sencilla de explicar el efecto invernadero, que no consiste en que una parte de la energía sea atrapada permanentemente en la atmósfera, sino que su escape hacia el exterior sea retrasado. Esto significa para el mismo autor que gracias a los gases de efecto invernadero es posible habitar en un mundo templado. Pero si la concentración de gases de efecto invernadero es mayor, el sistema complejo tierra-atmósfera alcanza el equilibrio a una temperatura mayor. Como estamos aumentando continuamente la concentración de estos gases, la temperatura no deja de subir, como lo confirman los registros de las últimas décadas.

En un trabajo cuyos resultados han sido publicados en la revista “Nature Communications”, la investigadora principal, Heather M. Stoll, profesora del Departamento de Geología de la Universidad de Asturias nos dice que hace quince millones de años, la tierra tenía una temperatura como la actual y que el clima se fue enfriando, con leves oscilaciones hasta nuestro tiempo. Esta tendencia se rompió en los últimos años como resultado de lo que se ha denominado el C02 antropogénico.

La inestabilidad del clima humano

Si no afrontamos los extremos en el clima de nuestras relaciones humanas, difícilmente podremos contribuir a resolver el desajuste que hemos contribuido a generar en el clima planetario. 

El recalentamiento del clima de nuestras relaciones humanas, la irritabilidad, la inseguridad, el clima de intolerancia y de violencia, los brotes de separatismo, de racismo y anarquismo y los movimientos colectivos anti-ciencia, y anti-todos los sistemas, no pueden separarse de esta tormenta de desajuste climático, que la humanidad desencadena. Una forma docta de inconsciencia nos lleva a ignorar lo que bien conocemos, y a generar un sentimiento de desarraigo del organismo viviente de la tierra. La polarización extrema ha agravado una crisis antropogénica que ya reúne los ingredientes necesarios para la aparición de una tormenta perfecta a escala planetaria, de la que la actual pandemia pareciera ser apenas una de las primeras manifestaciones. 

 

El aire, el agua y la tierra contaminadas son evidencia de que un enfriamiento global toca más allá de Europa y América, el corazón humano. La indiferencia nos lleva a aplazar las soluciones en un tiempo de real emergencia, lo que no sólo es suicida para nuestra especie sino que también condena la delicada cadena de centenares de miles de especies a la extinción. 

 

Esta crisis del desequilibrio climático, que destruye más seres humanos y especies vivientes que todas las pandemias, no se puede resolver sólo con máscaras, distanciamientos, terrorismos, o infodemias. No existen vacunas para la resistencia al cambio, ni para la falta de conciencia de nuestra responsabilidad con todos los seres de la tierra. Necesitamos un cambio de conciencia, abrazar entre todos los avances de la ciencia y generar una nueva cultura que involucre a todos los territorios de la tierra. No sólo han sido los volcanes y los movimientos sísmicos, no sólo son los gases de efecto invernadero los que nos pueden precipitar hasta el abismo de otra gran extinción sin retorno posible. Un cataclismo de separatismo y discriminación minó nuestros cimientos y nos dispersó en la polarización y el individualismo extremos que congelaron nuestro corazón humano. 

Contribuimos al equilibrio del clima planetario cuando temperamos el clima helado de la guerra fría y de todas esas guerras activas que sostenemos para afirmar lo propio, a costa de la miseria de los otros. Emprendamos todos ahora un regreso hacia nosotros, reconociendo en el camino las propias huellas sobre la tierra herida. Salgamos ahora mismo del camino del abismo al que conduce un mundo dividido entre culpables y víctimas. Asumamos la responsabilidad de reconocer en la diversidad los cimientos de la estabilidad y la unidad. Hagamos todos una contribución efectiva para resolver el desequilibrio del clima planetario, sanando los enfriamientos y calentamientos extremos en el clima de nuestras relaciones humanas.

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