Unalma

Estados ampliados de conciencia: activadores endógenos y exógenos

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Estados ampliados de conciencia: activadores endógenos y exógenos 

 

Este artículo complementa y profundiza las reflexiones entre Jorge Carvajal y Andrés Ossa sobre sobre los riesgos y los beneficios de algunas plantas psicoactivas y el potencial humano para la expansión de la conciencia.

La luz y la Biología. 

La escalera ascendente de la vida pareciera el paisaje de la luz dibujado por el reino vegetal a través del procesos fotosintético. La energía con su amplio rango de frecuencias, se almacena en la materia y luego es empleada por la biología para generar movimientos, impulsos, instintos, aspiraciones y pensamientos según el nivel evolutivo de cada forma de vida. 

Cada molécula con su arquitectura espacial definida, posee su propio espectro de absorción y emisión de energía y conforma un campo que le confiere su especificidad de acción química y energética. El amplio espectro de campos de energía moleculares establece un complejo lenguaje, dentro del cual cada molécula constituye una letra del gran alfabeto de la naturaleza. En la complejificación ascendente unos cuantos polímeros ordenantes, adquieren la capacidad de almacenar y liberar rítmicamente los fotones o cuantos de luz recibida: son los ácidos nucleicos y la melanina que además de conservar las adquisiciones evolutivas, permiten la autorecreación permanente de la vida. 

La sinfonía del reino vegetal

En la compleja sinfonía molecular contenida en una planta, cada molécula activa es como una nota, que tiene sentido cuando se la comprende en el contexto completo de la partitura molecular del vegetal. La composición completa de la planta modula las interacciones biológicas de sus componentes activos, por lo que la acción de estos no puede equipararse a las de las mismas sustancias aisladas o sintetizadas.

Cada planta posee su propio campo de energía, caracterizado por un espectro electromagnético, que explica por qué sus efectos biológicos trascienden los de las meras interacciones químicas. Lo vemos en algunos usos tradicionales de las plantas empleadas para la protección y la depuración energética de los ambientes – romero, ruda y aloe vera por ejemplo -. 

A un nivel más global, podemos intuir cómo la energía armónica de las flores silvestres, la información de las semillas o el contenido de las yemas o brotes nuevos de las plantas, pueden ser empleados para restaurar la armonía energética que caracteriza la salud. Cada vez nos aproximamos más a la comprensión de las interacciones químicas de una planta como una expresión particular de su campo de energía e información. 

Plantas psicótropas y estados ampliados de conciencia. 

Para el logro de estados modificados de la conciencia el ser humano ha recurrido al uso de sustancias vegetales puras o mezcladas. Denominados enteógenos -generadores de una conexión divina- se han empleado originalmente en rituales chamánicos, espirituales o religiosos y, más recientemente, en contextos recreativos o médicos. Entre los enteógenos más reconocidos se encuentran la amanita muscaria, la ayahuasca (Banisteriopsis caapi), la marihuana (Cannabis sativa), el cactus San Pedro (Echinopsis peruviana), el peyote (Lophophora williamsii) y la divina pastora (Salvia divinorum). Algunos de los principios activos aislados son el Tetrahidrocannabinol, el LSD, la mescalina y la psilocibina. 

Los enteógenos, también conocidos como plantas de poder, han sido utilizados prácticamente por todas las culturas humanas como componente de rituales destinados a la expansión de la conciencia. Su empleo en un contexto espiritual o sagrado, incluye rituales de purificación consistentes en retiros, dietas, purgas, ayunos, distintas formas de abstinencia, cantos y danzas, entre otros. Este arte manejado tradicionalmente por auténticos chamanes, herederos de tradiciones milenarias, ha sido reemplazado por el de un consumo recreativo, que no sólo desvirtúa el empleo original de las plantas de poder, sino que somete a un gran riesgo al usuario movido por la curiosidad y sin la adecuada preparación. 

Nuestros organismo poseen una intrincada red de receptores para muchas de estas moléculas, entre las que hoy ocupa un lugar especial en la investigación el sistema endocannabinoide, asociado a la multiplicidad de efectos de la cannnabis sativa o marihuana, pero sobre todo a la posibilidad de activación sin el empleo de los fitocannabinoides exógenos. Nos detendremos en este sistema para tratar de comprender luego el que podríamos llamar sistema de enteógenos endógenos.

De los fitocannabinoides a los endocanabinnoides 

Han sido identificados alrededor de 60 cannabinoides en la planta de la marihuana -Cannabis sativa-. Entre ellos, los más conocidos son el cannabidiol -CBD- y el Tetrahidrocanabinol -THC-. La presencia de los cannabinoides cambia según la variedad del cannabis y, en general, una planta contiene en concentraciones superiores al 0.1 % sólo de tres a cuatro cannabinoides. El THC es el responsable de la mayor parte de la acción farmacológica de la planta, incluyendo sus efectos psicoactivos. El CBD es reconocido como una fitocannabinoide no psicoactivo con propiedades antiinflamatorias. 

Los principios activos del Cannabis generan respuestas globales y específicas. Por ello la selección genética para la expresión selectiva de estos principios, es una de las grandes revoluciones en la investigación de hoy. El estudio científico de su potencial adictivo, y de sus efectos psicotrópicos, analgésicos, antiepilépticos inmunomoduladores, representa un avance, tal vez del mismo orden que los descubrimientos de las prostaglandinas y los esteroides. Miles de estudios evalúan su uso en un amplio espectro de disfunciones como la epilepsia, el dolor crónico, el insomnio, la ansiedad y las enfermedades inmunes, inflamatorias y degenerativas crónicas. Los cannabinoides muestran distinto grado de afinidad por los receptores descubiertos, los CB1 y CB2, para los cuales se han desarrollado cannabinoides sintéticos de acción selectiva sobre uno u otro receptor. 

¿Sistemas de enteógenos endógenos? 

Cuando se identificaron los receptores cannabinoides se dio el primer paso en el descubrimiento del sistema endocannabinoide – una red de cannabinoides producidos por el organismo y sus receptores -. Todos los cannabinoides endógenos contienen ácidos grasos poliinsaturados, lo que los hace estructuralmente diferentes de los cannabinoides procedentes de los fitocannabinoides de la planta cannabis. 

Entre los numerosos endocannabinoides identificados hasta ahora, destacan la anandamida (N-araquidonil-etanolamida, AEA), y la N-araquidonil-dopamina (NADA). A diferencia de otros mecanismo de neurotransmisión en el cerebro, estos endocannabinoides no se van sintetizando y almacenando en las células nerviosas sino que son generadas a partir de sus precursores y liberadas según la demanda, es decir sólo cuando es necesario. Además de esta característica suigéneris, que podemos reconocer como una respuesta a la necesidad en presente, estos endocannabinoides son rápidamente desactivados por metabolización y recaptación celular una vez que han cumplido su misión. Mientras El THC tiene tanta afinidad por el receptor CB1 como por el CB2, la anandamida tiene muy poca selectividad por los receptores CB1.

Al parecer este sistema endocannabinoide presenta una actividad tónica permanente, lo que puede ser debido ya sea a una liberación constante de pequeñas cantidades de endocannabinoides, o a una activación natural de una parte de los receptores endocannabinoides. 

Sabiendo, como ya hoy bien sabemos que nuestros estados emocionales se traducen en códigos moleculares que se inscriben en nuestra fisiología, podemos atrevernos a proponer que es posible la modulación de sistemas de enteógenos endógenos y su red de receptores -como el sistema endocannabinoide- sin los innecesarios inconvenientes de una intervención externa, así esta sea mediada por plantas sagradas. La mística de todos los tiempos nos demuestra que a través de prácticas que incluyen posturas físicas, técnicas respiratorias, retiros, silencio, oración, consagración y meditación, se pueden sintonizar y activar las redes neuroquímicas asociadas a estados de conciencia ampliada. Estos estados conducen a la vivencia sagrada de la unidad y se asocian a sentimientos de alegría, compasión, amor incondicional y genuina felicidad. En tales estados de conciencia ampliada son frecuentes las experiencias cumbre de intuición e inspiración que caracterizan el acto creativo. Esto nos sugiere que el organismo está equipado con un sistemas de regulación endógena, capaz de traducir nuestros estados de conciencia ampliados en condiciones fisiológicas y de generar a partir de estas condiciones estados de conciencia ampliados. Estos estados constituyen un campo psicofísico unificado que se asocia a la experiencia sagrada de la unidad. 

En la sabiduría perenne, un común denominador que conecta todos los tiempos y culturas, se han propuesto métodos para la formación del carácter y la integración de la personalidad que nos conducen a una auténtica maestría de la vida. Estos métodos posiblemente se traduzcan en la correcta utilización de estos poderosos sistemas de enteógenos endógenos, sin la necesidad del empleo de sustancias psicótropas. Tal vez un día no lejano podamos todos acceder a estados superiores de conciencia caracterizados por la intuición y la inspiración. Estos estados profundamente sanadores nos permitirán convertirnos en creadores de nuestra salud, experimentando la unidad con toda la comunidad viviente. 

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