Unalma

La belleza

La Belleza - Jorge Carvajal y Susana Tamayo

La Belleza - Jorge Carvajal y Susana Tamayo

La belleza

 

“Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida”. – Jean Jacques Rousseau

Introducción

En la Biblia, en el Bhagavad Gita, en el Corán, en todas las escrituras del mundo y en la escritura sagrada de la naturaleza está inscrito de mil modos el tema universal de la belleza. La escuela pitagórica asocia la belleza a las matemáticas, la simetría y la proporción. Para Platón la belleza es una idea independiente de las cosas bellas, y la belleza que se puede apreciar es una manifestación de la verdadera belleza que reside en el alma. Las ideas pueden precipitarse a través de su representación​.

Para Platón la mayor belleza es la de la sabiduría, que integra lo bueno y lo verdadero sin separarlo de lo bello. El banquete.

Estos, lo bello, lo bueno y lo verdadero son para Aristóteles propiedades trascendentes del ser. Para Kant “La belleza es la forma de la finalidad de un objeto en cuanto ésta es percibida sin la representación de un fin”, lo cual lleva al placer estético, libre de finalidad y de concepto. En Hegel la belleza es la materialización de la idea. En este proceso, lo bello en el arte es superior a lo bello natural pues implica la experiencia liberadora del espíritu. Para Schopenhauer, la belleza se asocia a la contemplación estética que conlleva dos cosas: liberación de la Voluntad y revelación del Ser. 

La belleza y la armonía

Los armónicos se comunican por resonancia y se completan. 

Hay belleza y armonía en las matemáticas, en la geometría, en las formas de la naturaleza y en el mundo de las ideas. Como hay belleza en los sentidos que aprecian y dan sentido a la belleza. 

Hay belleza en la pasajera imperfección del proceso evolutivo que tiende a alcanzar el equilibrio entre las formas y sus esencias. Hay belleza en lo común, en lo sencillo, y en toda la complejidad de lo que está densamente entretejido. 

La belleza de todo contenido se nutre de armonías ya latentes en el vacío.
La belleza es también cultura, cultivo, tierra arada, semilla, fruto cosecha, arte, ciencia, naturaleza y las mil y una expresiones de la vida una.
Hay belleza en el potencial de toda relación que conduce hacia la unión.
Es bello aquello que no sólo es un reflejo externo y guarda proporción armónica con lo que vibra adentro. Es bello el correcto sentido de las proporciones, el ferviente anhelo por lo desconocido, o el deseo simple de regresar al nido.
Son bellas las justas proporciones, no sólo las de las formas que permanecen. En la silueta cambiante del río que se adapta a la tierra, en la quietud silente del agua convertida en hielo, o en el oleaje incesante de aguamar, se revela la belleza. 

La belleza estética es inseparable de la ética

Lo verdaderamente bello no puede no ser bueno

Es bella la belleza si es a la vez buena y verdadera. Es buena la bondad si es al mismo tiempo verdadera y bella. Es verdadera la verdad si expresa la unidad de la belleza y la bondad. Cada una de estas propiedades del ser, está contenida en las otras. Así, la belleza se manifiesta en la verdad como la estética; y la bondad se revela en la verdad como la ética. La estética es belleza verdadera; y la ética es bondad, contenida en la unidad de la verdad y la belleza. En conclusión, lo bello, lo bueno y lo verdadero, son tres aspectos inseparables de la unidad del ser.

Nos dice John Ruskin, a propósito de la belleza y la bondad, que “el conocimiento de la belleza es el verdadero camino y el primer peldaño para la comprensión de las cosas que son buenas.” La belleza hace atractiva la bondad, y la bondad da vida a la belleza y la verdad. En esta misma dirección, la justicia manifiesta la armonía de lo que es bueno y bello para todos. Y cuando ética y estética se integran en nosotros, la plena libertad se manifiesta. 

La bondad es el potencial del amor que se realiza en la buena voluntad y conduce a una verdadera libertad, esa en la que nos liberamos con el otro. En este sentido, la buena voluntad pone el amor en movimiento y exalta la belleza de lo bueno. 

La subjetividad de la belleza

“Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva.
Yo te buscaba afuera,
y tú estabas dentro, muy dentro,
tan dentro de mí.
Me tocaste y abracé tu paz.
Y suspiro por ti. – San Agustín 

 

Si podemos disfrutar de lo bello, ya la belleza se alberga en nuestra vida. Nunca es tarde para alcanzar la madurez del ser que puede ver su sencillez desnuda.

Lo bello resuena con lo bello y descubre su verdad, adentro. El sujeto, que percibe la belleza es aquel que ha cultivado la pureza de su vida, pues una vida pura desvela la armonía interna que pinta de hermosura aquello que se mira. Una vida pura genera armonía de una música interior que llena de sentido aquello que se escucha con amor.  La belleza reconoce la belleza: si nuestra vida es bella podemos percibir la armonía de toda la naturaleza.

 

Autor: Jorge Carvajal

Salir de la versión móvil