Unalma

Las nuevas vacunas y la pandemia

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Las nuevas vacunas y la pandemia.

Implicaciones biomédicas, económicas y éticas.

 

En este artículo, Jorge Carvajal nos invita a una reflexión sobre las implicaciones de las nuevas vacunas en la actual pandemia.

Introducción

Las consecuencias de la crisis actual van mucho más allá de la contagiosidad y morbilidad del SARS-CoV2: La gran Psique colectiva, de cuyo comportamiento también dependen la salud y la economía, oscila hoy, en medio de una pandemia de temor, entre los extremos del pánico y la temeridad. No es mi pretensión azuzar polarizaciones creadas por intereses oscuros y la paranoia de quienes pretenden ver conspiraciones detrás de todos los problemas y, desafortunadamente, también de sus posibles soluciones. Siento que no hace ningún bien a la salud mental de la sociedad alinearse, ya sea con las tendencias catastrofistas, o con las negacionistas. ¿Podríamos tratar con argumentos científicos, sin calificativos ni prejuicios, un asunto en el que realmente nos jugamos todos el futuro?

Economía y esperanza

Cuando se recibió el anuncio de los altos porcentajes de eficacia de dos de las vacunas basadas en el ARN mensajero para la producción de la proteína S, la llave del virus para entrar a la célula, una gran marea de esperanza recorrió los estamentos de la ciencia, la economía y la política. Todo esto fue reforzado con la decisión del Reino Unido para iniciar el empleo de la vacuna de Pfizer BioNtech, a pesar de no ser la vacuna de Astra Zeneca, investigada en Inglaterra por la Universidad de Oxford. Para una visión suspicaz, esta decisión pudo ser sospechosamente rápida. Pero es cierto que el contagio, el daño a la economía y la salud colectiva, han sido excepcionalmente rápidas, como para comprender la necesidad de asumir riesgos menores frente a los inapreciables beneficios de la vacunación en el plano de la salud y la economía globales.

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Así mismo, veremos luego que tal rapidez está sólidamente fundada en las investigaciones científicas, realizadas por más de una década, sobre el ARN mensajero, una molécula implicada por la ciencia en el origen mismo de la vida, hace ya más de 3000 millones de años. En medio de la sensatez y el normal llamado a la prudencia de los muchos, algunos insisten en sembrar hoy la paranoia respecto de las vacunas que, no podemos negar, han sido y son un inapreciable patrimonio de la humanidad. Hemos, eso sí, de velar por que su uso sea tan científico como ético.

Inmediatamente se hicieron los anuncios sobre las nuevas vacunas, se presentó un importante cambio de tendencia en los mercados financieros, que ante la expectativa de una recuperación más rápida, empezaron a fluir hacia los países emergentes, generando un fortalecimiento de sus monedas. En una cita del diario bogotano El Tiempo, Alejandro Reyes, economista principal del BBVA Research dice: “Creo que lo más relevante, por el momento, es considerar que buena parte del estrés observado en la moneda por cuenta de la pandemia se ha desvanecido. Esto reduce presiones inflacionarias y de costo al endeudamiento público y privado.”

Una revolución en el enfoque de la vacunación

Las vacunas buscan incrementar la respuesta del sistema inmune, para prevenir la enfermedad provocada por un agente infeccioso, simulando la infección con este mismo agente. Para la prevención de las infecciones virales, esto se ha conseguido convencionalmente utilizando virus completos atenuados como en la vacuna del sarampión, virus desactivados como en el caso de la gripe o fragmentos virales. Las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNtech usan una técnica diferente, cuya base es el ARN mensajero. Con este se logra que las células que lo incorporan, por ejemplo las del sistema inmune, se comporten como bio-reactores para producir una proteína específica. Esta será un antígeno sin capacidad infecciosa que evoca la producción de anticuerpos por el sistema inmune.

Así las vacunas de ARNm – ARN mensajero – actúan suministrando el código para que nuestras células produzcan proteínas virales. Una vez que estas proteínas, que no causan enfermedad, son producidas, inducen la respuesta inmune contra el virus, y favorecen la adquisición de inmunidad. Los ARNm pueden en teoría ser utilizados para producir cualquier proteína, con la gran ventaja de que este procedimiento es mucho más simple que el de la fabricación de proteínas o el de la atenuación o inactivación de los virus empleada habitualmente.

En el caso concreto de la vacuna para el SARS.CoV2 se induce la célula a la producción de la proteína S, que el sistema inmune neutralizará. Así se activan los mecanismos necesarios para que los anticuerpos bloqueen esta proteína y, con ello, inhabiliten la llave de entrada del virus a los receptores celulares.

Este desarrollo de las vacunas basadas en ARN fue catapultado por dos descubrimientos científicos claves. El primero, a finales de la primera década del siglo XXI, fue realizado por Katalin Karikó, bioquímica de origen húngaro que actualmente trabaja para BioNTech, y Drew Weissmann, de la Universidad de Pensilvania (EE UU). El hallazgo consistió en una pequeña modificación del ARN que lo hace más digerible para el sistema inmune. Pero, debido a la inestabilidad de esta molécula, tal avance no era suficiente para lograr la entrada a la célula. A partir de 2015, Karikó, Weissmann y Pardi lograron desarrollar vacunas con la protección de la secuencia de ARN dentro de una nanopartícula lipídica (de grasa), con lo cual se logró llevar hasta la célula la secuencia exacta del ARN. En el caso del desarrollo de la vacuna para el SARS- CoVid-2, cada ampolla contiene millones de nanopartículas, conformadas por pequeñas esferas de grasa. Cada una de estas nanopartículas transporta 10 cadenas simples de ARN mensajero.

El ARN mensajero

“Las vacunas de ARN pueden revolucionar la medicina” dice Norbert Pardi, reconocida autoridad en el campo de la investigación de las vacunas basadas en el ARN.

La aprobación y evidencia de la eficacia de este tipo de vacunas, pudiera representar una nueva era en la biomedicina, ya que pueden ser la base para la prevención de otras infecciones virales, y para el tratamiento del cáncer y de enfermedades genéticas raras.

Es extraordinaria la rapidez con la que este tipo de vacunas puede desarrollarse, si la comparamos con una vacuna convencional, que puede tardar 10 años en promedio. A Moderna le bastaron sólo 42 días después de que la China publicara la secuencia genética completa del SARS- CoV2, para obtener un ARN mensajero candidato a la vacuna. Las investigaciones llevan a postular el ARN mensajero como el candidato ideal para la oportuna inmunización en el caso de virus pandémicos de rápida expansión.

Estamos en el punto crítico en que el vaso se ha rebosado y, mirado así, sin tener en cuenta el lento proceso de llenado, nos pudiera parecer hoy un proceso demasiado rápido. Podemos pensar, por su trayectoria, que las vacunas basadas en el ARN han sido producto de éxitos y fracasos que lentamente fueron madurando. Así mismo, hoy se reconoce cuánto la experiencia en la investigaciones con otros ARN virus, como la de cuarenta años sobre el SIDA, han contribuido al desarrollo de las actuales vacunas.

Seguridad

A pesar de múltiples informaciones, no siempre bien fundamentadas, que circulan en las redes sociales, El ARN puede ser más seguro que otras vacunas de ADN, proteínas o virus completos. El ARN por si mismo no es infeccioso y no se puede integrar al ADN, por lo cual no parece hoy sostenible que pueda causar mutaciones peligrosas que se transmitan a las siguientes generaciones.

En relación con las dosis, es de destacar que la de la vacuna de Pfizer BioNtech se dirija específicamente a células del sistema inmune, lo que les permite dar una dosis de vacuna unas tres veces menor que Moderna para obtener los mismos resultados. Una dosis más baja ya implica que la vacuna pueda ser más segura.

Unas veinte vacunas se exploran hoy contra infecciones virales como la gripe, el VIH, el zika y otras. Así mismo están ahora en marcha alrededor de 50 ensayos clínicos destinados a probar la eficacia de vacunas basadas en el ARN contra muchos tumores, incluso los metastásicos.

Estas vacunas de ARN contra el cáncer, parecen seguras y consiguen frenar el avance de los tumores, pero hasta el momento estos resultados solo se dan en una fracción pequeña de pacientes. Los que responden a la vacuna pueden quedar libres de cáncer hasta tres años y medio.

A modo de conclusión inconclusa

Es el momento de acoger los grandes avances de la ciencia, con plena conciencia, con prudencia y con responsabilidad. Ni mitos, ni prejuicios, ni manipulaciones de la opinión pública, son admisibles en las actuales circunstancias. Cada nuevo hito en el campo de la ciencia tuvo detractores fuera y dentro de la comunidad científica. Ha ocurrido ya en el campo de la genómica, de la proteómica, del bio-electromagnetismo, de las medicinas complementarias, de la inteligencia artificial, de la robótica y de la neuroplasticidad. Seguirá ocurriendo. Técnicas tan reconocidas hoy como las de las transfusiones de sangre y la de los trasplantes, fueron sometidas en su momento a ataques implacables.

No es hora de seguir buscando demonios detrás de las crisis, como en su momento se hiciera para los episodios convulsivos. Seamos todos bienvenidos a un debate sereno, que no puede ser el de la falsa división entre los buenos y los malos. Tomar partido por la humanidad implica ciencia, sin cientifismo ni fundamentalismo dogmático. Implica, sobre todo, una conciencia exenta de mitos, prejuicios y conspiracionismos.

Aún estamos en altamar, tal vez hasta el 2022 no podríamos evaluar a ciencia cierta lo aprendido de nuestra navegación a través de la tormenta.

 

Autor: Jorge Carvajal P.

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