Unalma

No te resistas al cambio

No te resistas al cambio - Jorge Carvajal

No te resistas al cambio - Jorge Carvajal

No te resistas al cambio

Vivir es aprender y aprender es cambiar. Quien se resiste al cambio, se resiste al aprendizaje y a la vida. Para cambiar, para vivir, es indispensable ser aprendices permanentes.

Amemos, si, ¡intensamente! Vivamos, si, ¡conscientemente! Aprendamos, encendamos el fuego transmutador del cambio adentro. Disfrutemos la magia del alma que habita en los momentos.

Introducción 

VAMOS Y VENIMOS, en un eterno devenir nacemos, morimos. Vivimos. 

A no ser que te resistas y repitas lo de ayer o lo de antier, hoy podría ser un día nuevo en la vida. Ahora, en este instante vive la profundidad ignota de la eternidad. Aquí se condensa el universo. Ahora aquí, el espacio tiempo del cambio, ese que no es posible si nos resistimos de un modo expreso o sutil, pues hemos desarrollado estrategias de adaptación fallidas que nos condenan una y otra vez a repetir la vida. 

Por ejemplo, nos aferramos a la programación del pasado o al futuro y nos negamos el proceso intenso del presente. Podríamos cambiar el pasado y el futuro siendo el cambio significativo del presente, donde está sumergido el mundo del sentido de lo que ha sido y de lo que podría ser. El cambio es el ser mismo en su constante modo de ser nuevo, siendo y no siendo al mismo tiempo. 

Cómo no vivir en la rutina ruinosa de las horas tediosamente repetidas. Cómo ser nuevo cada vez en lugar de serlo repetido una y otra vez hasta la fatiga extrema de vivir sin ser.

Que este día no sea uno más, o uno menos que nos queda de vida, que no reduzcamos ese tiempo del que estamos hechos al tiempo de las medidas objetivas y entremos en la dimensión subjetiva de los instantes donde podemos ser siempre nuevos. 

La constante del universo son sus infinitas variables

Todo cambia, nada permanece. Todo se remodela. Somos esculpidos por el incesante oleaje del cambio. Aprender es cambiar, negarnos a cambiar es dejar de aprender, dejar de vivir, aunque sigamos respirando. 

Pasa el tiempo, pasa este cuerpo… este dolor, este éxito, este fracaso también pasan. La impermanencia es nuestra condición. Todo es un punto de partida hacia otro punto que no será el final, porque siempre será un nuevo punto de partida en un proceso que nunca termina. Es la eternidad de los procesos, inmersa en la mutabilidad de los finales y comienzos. Lenta, rápida, siempre rítmica, la evolución puede ser revolución cuando el observador cataliza los procesos. Ese parece ser el papel de la conciencia de la conciencia, esta capacidad humana de observar y cambiar el mundo que observamos. Llevar la luz al interior cambia el universo.

En el mundo subjetivo del observador la evolución emerge al cambio acelerado de una revolución constante, en la que el mismo observador cambia la dimensión del tiempo hacia un presente cada vez más intenso.

Bioplasticidad y adaptación al cambio

Afrontar la adaptación al cambio es una clave mayor para la posible realización. En la biología, esta plasticidad adaptativa que se corresponde al cambio externo alcanza su más tangible expresión en la neuroplasticidad, una propiedad que asignamos al campo neuronal, pero que en realidad es la plasticidad epigenética de la vida que frente a los estímulos endógenos y exógenos modifica la expresión genética. Esta expresión es generada desde la enorme densidad de información acumulada por millones de años de adaptación de toda la gran comunidad de la vida.

Si lo analizamos de un modo genérico, podemos encontrar que para una adaptación exitosa, el cambio interno ha de guardar correspondencia y sincronizarse con los cambios exteriores. Esta adaptación al cambio es el resultado de una inteligencia adaptativa, conformada por la síntesis dinámica y cooperativa de todos los niveles y formas de inteligencia, que a pesar de su gran diversidad mantienen su integridad sistémica. 

En tu vida adquiere vida el universo

Mira esa estrella que tal vez ya murió cuando su luz que ha viajado por centenares de miles de años luz revela su existencia en tu retina. Los órganos de los sentidos y las sensaciones sólo pueden revelar una realidad efímera.

Imagina las galaxias que ahora ocupan sus lugares. Como todo lo que hoy es, al comienzo no eran… no estaban. Partieron como tú y yo, del vacío. Sus estrellas tal vez han pasado por la muerte y han renacido. Siendo y no siendo a la vez han podido ser un proyecto, una precipitación, una disolución. Destinadas a caminar juntas por el vacío, a chocarse, destruirse, a reconstruirse en una danza sin fin que sólo puede intuirse cuando se contempla el universo en uno mismo, desde adentro. Imagina los trillones de universos representados en tus células y en cada una de ellas una galaxia que permanentemente se renueva. En el microcosmos de tu vida está reflejado el cosmos, agujeros negros, explosiones de supernova, choques de galaxias, un océano de caos emergiendo al milagro ordenado de la vida. 

Nada se pierde

Nada se pierde… este paso fue necesario al paso siguiente, y esta vida a otra, y otras. Cada uno se renueva cuando cambia y cede su lugar a otras, que seguirán sus huellas y recorrerán, como si fueran nuevas, los antiguos caminos de caminantes que han pasado.

Esta roca cambiará en millones de años. Lo podemos imaginar en un segundo y contemplar adentro cómo la roca se remodela en su jornada hacia la gema. Es lo mismo que sucede cuando transmutas el oscuro impulso primitivo en la virtud. En un punto crítico del espacio tiempo el cambio térmico derrite el hielo, y en esa transición de fase cambian sus propiedades. Así el carbón se convierte en grafito o en diamante, el hidrógeno desaparece en el helio y la energía de la luz, los núcleos se desintegran en la poderosa radiactividad. En mil millonésimas de segundos los electrones cambian de orbital. En el instante cada pensamiento ondea y genera su influjo en las profundidades ignotas del universo, aunque no lo adviertas.

Y viene la muerte, el fuego transmutador del cambio. Esa muerte afirma la vida como un proceso de transformación continua, de transiciones de fase con sus cambios cualitativos. Y la vida es siempre nueva aunque pretendamos controlarla y atraparla en la prisión de una rutina gris, que esconde el miedo al cambio necesario. 

 

Autor: Jorge Carvajal P.

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