Ser lo que somos como padres e hijos
Esta amena conversación entre Andrés Ossa y Jorge Carvajal, comienza con la inquietud sobre la individualidad de los hijos y la manera cómo los padres pueden potenciar su independencia.
La vida es un canto a la libertad. Si un hijo no es libre, no está desarrollando lo mejor de sus talentos. Está simplemente imitando, reproduciendo lo que sus padres son. La clave es la diversidad, que está relacionada con la unicidad. Cada hijo es único, es un universo.
Ayudar a un hijo es acompañarlo, respetar su diversidad, permitirle que despliegue sus alas. Es acompañarlo pero no salvarlo o hacer de su dolor el nuestro. Los padres no pueden convertirse en alguien que impide el dolor a sus hijos, porque impiden el crecimiento.
El control excesivo, pretender que sean mejores, que sean perfectos, que sean como nosotros, protegerlos de lo que nos pudo pasar. Estos son comportamientos que van generando cierta invalidez y cierta dependencia.
Podríamos pensar que lo que ocurre afuera tiene mucho que ver con el comportamiento de los hijos, pero en realidad la “invalidez interna” normalmente es generada por esa cultura de dependencia en la que no supimos ser padres.
Desplazamiento y Aplazamiento
Los desplazados son aquellos que se van de su interior, de su propio corazón. Que se van de su autonomía porque siempre tuvieron alguien que resuelve sus problemas.
El aplazamiento tiene que ver con aquellos que no logran asumirse con autonomía. Al no poder expresar o vivir todo su potencial, lo dejan para otro momento, lo aplazan y más adelante lo viven, lo experimentan a destiempo, con sus respectivas consecuencias.
Como hijos, honramos a padre y madre con nuestra libertad. Cuando florecemos auténticamente a lo que somos los honramos, les agradecemos, multiplicando y dando a la vida lo que hemos recibido de ellos de manera exponencial.
En definitiva, padres, hijos, todos somos aprendices en la escuela de la vida, y solo los aprendices pueden ser felices.