Unalma

Sexo y evolución

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Sexo y evolución

 

Sexo, amor y creatividad

El sexo es como un campo de atracción que conduce hacia la unión. Podríamos concebirlo como la expresión más universal del amor, ya presente en la atracción entre las cargas opuestas, y los procesos de unión entre partículas subatómicas, átomos y moléculas para formar tejidos, órganos y organismos. Intuimos la presencia de este campo de energía e información, en la tendencia universal hacia la integración, presente ya desde los primitivos procesos de apareamiento que garantizan la supervivencia, hasta la creatividad y la intuición. Con la emergencia de la conciencia reflexiva, el fenómeno humano se convierte en una síntesis de toda esa gran tendencia de la naturaleza, que en el big-ban partió hacia la diversidad y, a través de la humanidad, pareciera regresar a la unidad. 

El sexo: Más allá de una visión antropocéntrica

Como humanos, tenemos la natural tendencia natural a dar a todo un carácter antropocéntrico, por lo que reducimos el sexo a nuestra experiencia de la unión y su interpretación. Pero la unión es infinitamente más grande y más pequeña que nosotros, y todas sus dimensiones están integradas en el mismo campo de fuerzas de la física, que bien pudiera considerarse como una especie de libido o pulsión profunda subyacente – subjetiva – que anima toda la evolución hacia la reunificación. El sexo es un camino de regreso. 

 

En un universo cuya esencia es la relación, todas las cosas evolucionan hacia niveles de conectividad cada vez mayor. A través de uniones progresivas, la partícula va conectándose a un mundo cada vez más profundo y significativo. En el lenguaje de la evolución, cada partícula es como una letra, y revela su esencia multidimensional en las palabras de los átomos y las frases de las moléculas. 

 

Un electrón gana la profundidad del universo atómico cuando es atraído por el protón. Su campo de relación se expresa en una danza orbital, que pareciera presagiar los bellos rituales que preceden el apareamiento en el reino animal. Desde ese cosmos primitivo, los electrones excitados están prestos a saltar a orbitales superiores, para otear el mundo de las moléculas vecinas y provocar nuevas síntesis químicas. Puro sexo. Puro intercambio de luz. Puro deseo primitivo por completarse en una unidad mayor. 

 

Más allá de los significados que nos son más familiares, invitémonos a considerar el sexo como ese misterioso impulso universal hacia la unión, que revela la complementariedad de los opuestos. En ese sentido, el sexo está inmerso en una energía de atracción omnipresente, que caracteriza el sendero de retorno de toda la creación hacia su origen. En el primer milisegundo después de la explosión original, ya se inicia un ilimitado proceso de fusión a nivel del microcosmos, mientras en el macrocosmos estelar, se sigue sucediendo la expansión. Es como si por la polaridades de la materia y la energía, regidas por las leyes de la entropía, predominara el proceso de expansión, mientras que por la polaridad de la vida, regida por las leyes de la información y la conciencia, predominara el de contracción. Contracción y expansión sincronizadas generan esa danza rítmica del corazón cósmico, que integra en todas las cosas los opuestos del big-ban y del big- crunch.

 

Desde el diseño simple del hidrógeno, con su único electrón, hasta el patrón complejo de los átomos más pesados, que ya anuncian la radiactividad del centro; desde las nebulosas constituidas de hidrógeno primitivo, hasta las complejidad de las grandes estrellas que parecen madurar y liberar sus semillas en una bella explosión de supernova; desde los complejos de galaxias hasta los masivos agujeros negros, todo pareciera estar destinado a una progresiva integración. 

 

En un lejano día, la misma Vía Láctea se dará cita con su vecina Andrómeda y, en un orgasmo sideral, nos revelará la inconcebible fuerza de esa gran pulsión por la reunificación, que pareciera señalar la nostalgia de toda diversidad por el regreso a la unidad primigenia.

Sexo, conciencia y relación

Al interior de la expansión, los seres y las cosas se acercan por una fuerza atractiva y misteriosa que convoca todo hacia el regreso. Entre la acción y la reacción, surge un testigo de la unión, un campo de relación, que nos permitiremos llamar un campo de conciencia. Este campo universal representa la unidad de todas las polaridades. 

Materia, energía e información conforman diferentes niveles de conciencia, que se van integrando en una espiral ascendente para generar armónicos de todo. Ecos de ecos del silencio y del vacío primordial – que es en realidad la plenitud del todo – parecieran resonar en la melodía infinitamente repetida del sexo, que convierte los seres y las cosas en notas de una sola sinfonía. 

 

Con los eones, la vida, ya latente en las interacciones físicas, da nacimiento a la corriente de la biología. A través de fusiones progresivas, se libera de sus propias raíces y asciende, por la ladera del reino animal, hacia las poderosas fuerzas instintivas, que preparan el vuelo de toda la gran cadena de la vida hacia lo humano-cósmico.

 

Al nivel de la humanidad, la conciencia instintiva se transforma en intelecto, y en un proceso de uniones aceleradas, la densidad de conexiones del campo neuronal permite el milagro de la consciencia de la conciencia. Las uniones progresivas de células, tejidos, órganos y sistemas, con todo su caudal de informaciones y energías, se han expandido hasta un cerebro en el que cada ser humano puede reflejar, de un modo único, la unidad dinámica de todo el universo. 

 

Consciencia de la conciencia, en el nivel de la consciencia humana, toda la naturaleza se vuelca al interior. Somos un camino de regreso, un punto de unión de todos los reinos de la naturaleza en su vertiginoso ascenso al Creador. 

El sexo y el acto creativo 

Sexo, ternura, presencia, caricia, contacto, sensación, excitación. Sexo, unión, percepción, concepción. Sexo, creación. 

El sexo es esa libido universal que da el impulso necesario para el ascenso a nuevas dimensiones de la vida. La energía sexual pareciera estar presente en la corriente de secreta simpatía que sostiene el ritual de la polinización, por medio de una atracción irresistible entre los insectos y las flores. Quizás el sexo sea la misma energía que ha ascendido a la caricia, al acto compasivo, a la devoción y a la consagración que nos inspiran. En sus diversas dimensiones evolutivas, el sexo es un instrumento del Creador para recrear continuamente la gran corriente de la vida.

 

Hay sexualidad en el tacto, en la sensualidad de los sentidos, en la confluencia de todos los sentidos que, desde el sentir del corazón, dan sentido a toda sensación. El tacto, que permite la magia del contacto, es el más primitivo de todos los sentidos, pero su sentido, que es contactar el mundo para hacerlo propio, se expande en todos los sentidos. Así, interiorizamos el mundo en la mirada que conduce a nuestra visión del mundo, dejamos que el mundo nos acaricie en la audición, olfateamos, saboreamos, sentimos. Sentimos. Sentimos y volvemos a crear un mundo nuevo al interior. 

 

Así, hacemos el amor a la vida, percibimos sus corrientes para concebirlas de nuevo. Y en ese sentir profundo, más allá de percepción y concepción, la creación se recrea en lo humano-cósmico. La creación se recrea cada vez que los sentidos se unen en el corazón al sentido total del amor. Instante a instante, en la matriz del corazón, sensaciones, percepciones y concepciones nacen a una nueva vida. Por esa magia del amor, somos todos creadores. Unimos sensaciones y percepciones que conducen a una concepción original del universo, que cada ser humano puede recrear de un modo original adentro. 

De ese modo, impulso hacia la unión se revela a nivel humano en los procesos que integran los sentidos al amor, y el pensamiento a la razón y a la intuición. 

 

El misterio del sexo involucra esa energía preatómica universal del orgón descrita por Wilhem Reich, ya manifiesta en todos los estadios de la evolución, desde el potencial de la fusión nuclear y la energía latente que brota en la germinación de las semillas, hasta la fuerza asombrosa contenida en la libido y en la expansión del orgasmo.

 

A nivel humano el sexo, mucho más que en el inmenso placer orgásmico, se manifiesta en la energía creativa y su fuerza creadora, que hace de la humanidad una esencia catalizadora de todo el proceso evolutivo. A nivel humano el sexo es un fuego que arde en eros y se sublima en el amor.

En su infinita dimensión unificadora el sexo es la magia creadora de la vida. Para vivir esa magia no basta con tener sexo, se necesita vivir de corazón para hacer el amor a la vida.

 

Autor: Jorge Carvajal

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