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Los grandes sistemas biológicos son sistemas de aprendizaje

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Los grandes sistemas biológicos son sistemas de aprendizaje – Por Jorge Carvajal.

El aprendizaje en si es una estrategia evolutiva. El registro, procesamiento, almacenamiento y utilización de la información, características de los sistemas que aprenden, parece ser un común denominador de la comunidad viviente.

El ascenso de las especies y el del ser humano, se dispara exponencialmente gracias a la retroalimentación y la memoria, que han facilitado la incorporación del aprendizaje del pasado en presente, propiedad esencial para la construcción del provenir.

¿Cómo aprendemos?

El aprendizaje humano es un viaje que parte del reconocimiento de la ignorancia. Somos la primera especie que puede ser plenamente consciente de sí misma, y utiliza el hilo conductor de la evolución, que es la conciencia, para acceder a la consciencia de la conciencia. Esta consciencia nos lleva al reconocimiento de la propia ignorancia como acicate y punto de partida para la aventura del aprendizaje, el descubrimiento y la creación.

La evolución del conocimiento de la naturaleza, incluyendo la nuestra, se ha acelerado de tal modo, que podemos observar cómo solamente en lo que va corrido del presente siglo, se presenta una progresión explosiva del volumen y significatividad de la información, que ya sólo puede ser abordada desde modelos sistémicos de inteligencia artificial. Reconozcamos, sin embargo, que estos mismos modelos se han derivado de nuestro conocimiento de la organización en capas y la topología de la conectividad neuronal.

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En ese sentido, tenemos en el cerebro un órgano de aprendizaje con enorme capacidad de procesamiento de información, cuyo verdadero potencial apenas empezamos a vislumbrar. Utilizando herramientas de la neurociencia y las matemáticas – topología algebraica – investigadores del Blue Brain Project, dirigidos por Henry Makram se sorprendieron con el altísimo grado de organización, de lo que hasta hace poco parecían patrones caóticos de neuronas. Esta investigación, que hace añicos nuestras concepciones previas del cerebro, ha abierto las puertas a un mundo que según los mismos investigadores jamás hubieran imaginado. Cuando el cerebro procesa información crea estructuras neurales de hasta 11 dimensiones, que no son espacios físicos sino espacios matemáticos. Para tener una visión más clara sobre la operación de esta gigantesca red de redes, los científicos utilizaron supercomputadores y una nueva rama de las matemáticas, la topología algebraica. Esto les ha permitido determinar cómo nuestro cerebro crea formas y espacios geométricos muy intrincados, que parecen castillos de arena. (Ver artículo)

Los constructos del Blue Brain Project, fundados en las simulaciones creadas en supercomputadores, ofrecen una aproximación radicalmente nueva para comprender la estructura multinivel y la función del cerebro. (Ver artículo)

Los cerebros del organismo y el organismo como un gran cerebro

Cuando estudiamos el aprendizaje desde una perspectiva biológica, vislumbramos que cada célula es un cerebro, que el mismo ADN recibe, procesa, almacena y emite información como una doble antena espiral, y que, según investigaciones de Fritz Albert Popp, es un resonador de fotones ultradébiles o biofotones.

 

Si nos remontamos a los grandes sistemas orgánicos, encontramos cómo cada uno de ellos es un verdadero cerebro procesador de información. Además del sistema nervioso central, el sistema neurovegetativo con sus vertientes simpática y para simpática, es un sistema de procesamiento visceral, magnético y emocional. Consideramos en sintergética a este gran sistema como un segundo cerebro, siendo el primero el sistema nervioso central y periférico.

El tercer gran cerebro es el del sistema nervioso entérico con más de quinientas mil neuronas distribuidas en toda su superficie, y una secreción correspondiente de neuroquímicos como neuropéptidos y neurotransmisores, que en algunos casos puede ser más abundante que la del sistema nervioso central (el ejemplo es la producción de la serotonina). El sistema del microbioma que sólo lo mencionaremos, pues se amerita un capítulo aparte, y que está compuesto por trillones de microoganismos como bacterias, virus y hongos, que se comportan colectivamente como un gran cerebro inmune y metabólico. Sus células representan una riqueza genómica mucho mayor que la de todas las células del cuerpo.

 

El cuarto cerebro, con alrededor de cuarenta mil neuronas está constituido por el sistema de conducción eléctrico cardíaco y ha sido estudiado a profundidad por científicos del Instituto Hearth Mat, en un capítulo emergente de la ciencia que es la neurocardiología.

 

Un quinto cerebro está constituido por el bioplasma, el cuarto estado de la materia, que se comporta como un cristal líquido, procesador de informaciones sutiles como las de la luz, el color y los campos electromagnéticos. Este cerebro se integra al biocampo o campo que rodea e interpenetra todo el organismo y que constituye lo que en sintergética concebimos como el gran cerebro de la conciencia integral.

Todos estos cerebros procesadores de información están incluidos en metasistema dinámico y complejo que constituye el sistema energético vital, del que hacen parte todos los centros energéticos del biocampo o chakras y sus intrincadas correspondencias con el sistema psiconeuroinmunoendocrino.

 

Nuestro organismo global se comporta así como un gran cerebro integrador de múltiples cerebros, formando un sistema de sistemas, plástico y adaptativo, de inteligencia profunda distribuida en capas. Su geometría energética multidimensional está variando según las demandas adaptativas del instante.

 

Autor: Jorge Carvajal P

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