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Empresas intuitivas e innovadoras

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Empresas intuitivas e innovadoras.

La razón se ha tomado el mundo de las empresas. En esta nueva conversación sobre las empresas intuitivas e innovadoras, Jorge Carvajal, Pablo Barvo, Gabriel Jaime Arroyave y Carlos Andrés Arroyave exploran el significado de la intuición, no como una negación de la razón sino como un evento trans-racional que, al ser reconocido, habilita un espacio de creatividad para desarrollar la innovación en los diversos ámbitos relacionales de los seres humanos.

“El ser humano es un creador. La intuición es un mecanismo para conectarnos con nosotros mismos”
Jorge Carvajal

La razón se ha tomado el mundo de las empresas, tal vez por la actitud normalizadora de diseñar procesos de toma de decisión predecibles y estructurados. Por otro lado, la intuición aparece como un evento tras-racional que habilita la creatividad, dando origen a aspectos tan relevantes de la sostenibilidad empresarial como la innovación.

La dualidad entre la explotación (razón) y la exploración (intuición) ha sido abordada por varios autores en el ámbito de la administración, que reconocen la importancia de lo que se ha llamado las organizaciones ambidiestras. Desafortunadamente, siguiendo probablemente impulsos procedimentales, se pretende expandir la intuición con lo que es controlable, el entorno, las conversaciones por decreto, los talleres, entrenamientos, capacitaciones, etc; todas iniciativas loables, pero que carecen de sentido cuando no se promueven en conjunto con la oportunidad de imaginar, de jugar con la mente.

En la intuición surge el niño, el que goza, el creativo que jugando con la mente crea nuevos modelos de pensamiento, un mundo al interior. Un buen ejemplo es Einstein, quien gozaba con sus juegos mentales, se imaginaba viajando sobre un fotón a la velocidad de la luz y a partir de estos juegos desarrolló varias teorías sobresalientes en nuestra historia.

Cuando se genera un nuevo conocimiento externo, éste se ha generado primero en nuestro interior. La intuición es un mecanismo para conectarnos con nosotros mismos, el ser humano es un creador y cuando este potencial se deja fluir se logra el mayor aporte a la sociedad. Los seres humanos tenemos un cerebro que se sueña, que imagina el futuro y lo trae al presente a través de la imaginación.

Cuando cultivamos nuestra intuición nos convertimos en nuestra propia competencia, siendo así originales sin tener competencia posible. De igual manera entrenar la intuición también nos separa de la inteligencia artificial, que ha logrado emular e incluso mejorar muchos procesos “inteligentes” de los seres humanos, pero que no ha logrado crear disrupciones.

El reto es entonces ¿cómo una empresa puede entrenar – cultivar la intuición? Un primer aspecto es la actitud frente al error, la cual debe favorecer el aprendizaje sobre el castigo. Segundo, el desarrollo de una cultura que promueva la generación de ideas y su visibilización, independientemente de quien sea el generador de la idea.

Desafortunadamente la intuición es susceptible de ser contaminada por juicios o sesgos que confunden nuestra correcta visión. En este, como en otros temas, los niños son nuestros mejores mentores, no temen equivocarse, son intuitivos, imaginativos, porque no han sido condicionados por el ego o el ruido emocional. Por naturaleza, los seres humanos estamos equipados con la intuición, pero nos corresponde cultivarla, eliminando el ruido y lo más importante, disfrutando el momento creativo, el juego intuitivo. La receta por lo tanto es la levedad, la fluidez, la inocencia que trascienden a la gratitud, el gozo, al estado de comunión.

En las empresas los sesgos surgen de la racionalización desmedida, del uso excesivo de la técnica, el intelecto, dejando de lado el desarrollo del corazón, el altruismo y el trabajo en equipo. Cuando hay un propósito común, es posible focalizar las ideas como un láser. Pablo nos sugiere un libro llamado “No Rules Rules: Netflix and the Culture of Reinvention” donde Reed Hastings, fundador de Netflix, reflexiona sobre como desarrollar una cultura de la retroalimentación y la socialización de la intuición (ideas).

Cuando en las empresas las decisiones que se explican a partir de intuiciones tienen resultados acertados, se sobrevalora esta capacidad acudiendo a calificativos como innovador, intrépido, audaz. Desafortunadamente, cuando ocurre lo contrario, el juicio por el resultado negativo también es sobrevalorado, impactando las intenciones futuras de usar la intuición. Esta situación podría ser resuelta socializando las intuiciones para crear en conjunto, atendiendo tanto los pros y los contras, es una manera de pasar por un cedazo los sesgos individuales, aclarando la visión de equipo y su congruencia con el propósito de la empresa a través de la conversación óptima.

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