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Empresas meditativas

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Empresas meditativas

 

En esta conversación entre amigos, Jorge Carvajal, Pablo Barvo y Carlos Andrés Arroyave continuan desarrollando el concepto de organizaciones meditativas, haciendo énfasis en la comunicación y el estado máximo de intercambio, donde las polaridades convergen integrándose en un propósito que trasciende las fronteras organizacionales.

“El estado meditativo en última instancia conduce a la no separación, ese estado de contemplación en el cual lo que observas es parte de ti.” Jorge Carvajal

La meditación es movimiento sin fricción, es lanzarnos a la corriente del mundo y convertirnos en ella de tal manera que no exista contradicción entre la quietud y el movimiento. En el proceso meditativo surge un puente entre la fuerza activa y reactiva que al equilibrarse generan una síntesis en la cual se logra la máxima eficiencia. 

En una organización existen diferencias de potencial, representadas en la diversidad de los stakeholders, que se unen a través de un campo de relación donde al equilibrarse logran el funcionamiento óptimo. Una empresa meditativa es aquella donde existe un estado activo de intercambio en el cual las polaridades convergen y se complementan, un estado de máxima comunicación. Guardando una estrecha relación con lo que sucede en el organismo, donde hay centros de integración como el corazón o el lóbulo frontal.

¿Cómo abonamos el terreno para generar un estado activo de intercambio organizacional? Con armonización emocional. Veamos una metáfora alrededor de la práctica del rafting, donde la sincronicidad de quienes reman es fundamental para lograr avanzar en la dirección correcta. La estructura del bote favorece la resistencia y el liderazgo ayuda a sortear los obstáculos. Sin embargo, nada de esto logra ser definitivo sino se abordan las emociones del equipo para activar la pasión interna, movilizando en un propósito común. Solo tocando el interior, donde pasamos la mayor parte del tiempo, lograremos una organización atenta para responder al entorno.

La respuesta adaptativa al entorno es determinante para la supervivencia de una organización. Cuando logramos la armonía y coherencia necesaria para atender las volatilidades externas con una reacción equilibrada, estamos desarrollando un escenario de futuro. Estamos logrando que el software cambie el hardware. Esta respuesta adaptativa está relacionada con una palabra muy popular hoy en día -resiliencia-, pero especialmente con la flexibilidad. Una flexibilidad que debe surgir de la conciencia del todo en la parte y de la parte en el todo (holón).

En las organizaciones el camino habitual para gestionar las volatilidades está en desarrollar redundancias, un camino que hace sentido cuando los rangos de incertidumbre son predecibles. Cuando la predictibilidad es escasa, las organizaciones deben prepararse para ser flexibles más que redundantes, por que así lograrán la adaptación al entorno. Pero como se anotó anteriormente, el estado meditativo nos invita a tender un puente entre la fuerza reactiva y la fuerza activa para lograr un modelo íntegro, donde logremos una redundancia flexible o una flexibilidad redundante.

Entra la resistencia y la flexibilidad hay un cómo que es el orden. Los cristales, por ejemplo, son rígidos pero transparentes, así una organización donde hay coherencia, donde hay convergencia armónica, es una organización transparente y meditativa.

 

El estado meditativo en última instancia conduce a la no separación, ese estado de contemplación en el cual lo que observas es parte de ti. Desaparece la separación entre el observador y lo observado. Una organización que amplía las fronteras a la sociedad y la cultiva es una organización meditativa.

 

Autor: Carlos A. Arroyave

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