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Hacia una nueva economía

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Hacia una nueva economía – Por Jorge Carvajal

En esta charla, “Hacia una nueva economía”, Jorge Carvajal y Carlos Andrés Arroyave nos proponen cómo podemos aprender de la empresa de la vida para construir una nueva economía.

Hacia una nueva economía - Con Jorge Carvajal y Carlos Andrés Arroyave

Partiendo del análisis de la crisis actual se hace claro que una emergencia mundial no necesariamente tiene soluciones o aplicaciones globales sino que, por el contrario, en muchos casos la percepción, las soluciones y/o estrategias se aplican de manera local. Esto sugiere un gran desafío y tiene mucho que ver con la comunicación.

A nivel empresarial, la comunicación se convierte en un elemento fundamental. En primer lugar, las empresas deberían comunicar al interior, a todos sus colaboradores, cuál es el reto al cual se enfrentan. Pero de igual manera deberían comunicar al exterior, a las comunidades, cuál es su importancia, el porqué de su existencia y la manera como garantiza a sus colaboradores y sus familias un Modus Vivendi que posiblemente no sería posible de otra manera.

Siguiendo el modelo de las analogías con la biología, una empresa al igual que una célula, “se comunica” a través de su membrana. ¿Qué sucede cuanto esta falla? ¿Qué sucede al interior del organismo? Estas preguntas adquieren relevancia en las empresas, porque el mensaje que se debe transmitir a los colaboradores es de suma importancia para que cada uno de ellos tenga salud mental, para que pueda continuar desempeñándose de una manera adecuada, y finalmente para que esto lo irradie en su entorno familiar con optimismo.

El nuestro es un mundo de relaciones, de comunicación. Una célula sana, por ejemplo, es una célula que está correctamente comunicada con el sistema de tejidos al que pertenece y con algunos otros de manera armónica. La membrana de esta célula es el agente de comunicación, y es lo que decide qué tipo de información puede entrar y salir y cuál no. Sin embargo, las células no están en el vacío: hay una importante red entre ellas, un tejido de soporte que se conoce como el tejido medio. Si continuamos más allá de este, vemos que hay más de estas membranas y capas que no solo protegen, sino que son agentes de comunicación. En una empresa este tejido relacional representa los mandos medios y las estructuras relativamente estables de conectividad y comunicación.

Analógicamente, en las empresas podemos concebir una membrana funcional más o menos permeable, que integra los niveles de planeación estratégica y los de ejecución. La dinamización de este “tejido medio empresarial” que representa un medio ambiente de comunicación para todos los departamentos de la empresa es esencial para mantener su vitalidad.

¿Qué puede hacer el empresario para garantizar que haya una permeabilidad de esa gran membrana funcional que llamamos el tejido medio, y que permite la conexión entre la cabeza, el corazón y las extremidades de la organización?

Parte de las estrategias enfocan sus esfuerzos a generar una visual o un propósito común de empresa, que todos los colaboradores puedan compartir y alcanzar en unidad.

Aun así, en ocasiones encontramos problemas en ese tejido medio, que regula los ritmos de las compañías. Si bien es normal buscar drenar o renovar ese tejido, también es importante tener en cuenta que éste cuenta con una importante acumulación de experiencias, de patrones de comportamiento que son valiosos para la compañía. ¿Cómo lograr que ese tejido vuelva a vibrar y resonar con el resto del organismo?

La respuesta a esta pregunta nos remite a los canales de comunicación y sus posibles bloqueos. La retroalimentación se hace indispensable, porque nos permite conocer de qué manera fluye la información desde la gerencia hasta la periferia, incluyendo en ésta a todos los operarios. Y, en esta misma dirección, sería conveniente mirar más allá de la estructura física de la empresa el mundo de los usuarios o consumidores, que son en esta visión una proyección viva de la empresa.

Como individuos o como organizaciones, todos tenemos un patrón de organización interna, una imagen propia ideal, y es posible revisarla al compararla con lo que nos muestra el mundo externo (como en un espejo). Cada día una empresa necesita   retroalimentación de sus procesos, sus productos y su impacto real en la sociedad, para preservar, renovar y actualizar su propia imagen, adaptándola a las necesidades cambiantes del medio social en que se desempeña.

En esa imagen propia y única se conforma la identidad de la empresa. En ella se plasman su ser y su valor integrados. Su ADN.

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