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La felicidad en las empresas

Felicidad_Empresas_Jorge_Carvajal

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La felicidad en las empresas

¿Y qué es la felicidad? Hay cosas que no podemos definir, pero que, si podemos vivir, así inicia esta sesión para explorar el proceso de conquista de la felicidad y su relación con el mundo empresarial. Una conversación entre amigos donde Jorge Carvajal, Pablo Barvo, Gabriel Jaime Arroyave y Carlos Andrés Arroyave exploran a través de preguntas y reflexiones que hay más allá de la búsqueda de una definición para la palabra.

“La felicidad no es una aptitud que se puede enseñar, es una actitud que se puede facilitar.” – Jorge Carvajal

La felicidad, esa palabra que cada día escuchamos con más frecuencia en diferentes ámbitos, será una búsqueda sin fin, será un momento en el presente, será un recuerdo, será un estado. Probablemente todos queremos ser felices, pero ¿realmente sabemos si ya lo somos o sabremos cuando seremos felices? Una persona puede sentirse feliz bajo una circunstancia en la cual otra persona puede sentirse infeliz, entonces no es una condición absoluta, la felicidad requiere una correcta visión desde nuestro interior.

 

Pensamos que se deben cumplir muchas condiciones para ser felices, pero es una paradoja porque la felicidad tiene que ser incondicional. La felicidad está compuesta de felicidad, su sustrato son todos los momentos en que se construye un espacio-tiempo en el cual puedo decir, soy feliz.

 

La felicidad es una situación que tiene que ver con la resonancia armónica, con la integración de la totalidad. Tiene que ver con la conectividad de todos los niveles del ser, desde lo biológico hasta los trascendente. Cuando tenemos un sentimiento de realización nos acercamos a la felicidad y en este punto encontramos que las empresas como sistemas humanos, también se armonizan cuando sienten que se realizan a través de su propósito.

El propósito en las empresas es como una partitura, un plan que debe ser interpretado por los músicos con armonía, resonando al unísono con gozo. La felicidad en la empresa es producto de muchos estados de armonía, entre la partitura, el músico y la música que nos permite disfrutar la vida. Somos felices cuando disfrutamos, pero disfrutar es una resonancia armónica.

 

La felicidad es una aspiración profundamente humana, y por lo tanto podemos pensar que las empresas también aspiran a ser felices y favorecer la construcción de la felicidad por parte de sus integrantes. La felicidad individual no puede existir como un hecho separado y Jorge nos recuerda un mantra budista: Lokah Samasta Sukhino Bhavantu – “Que todos los seres sean libres, felices y vivan en paz y armonía y así también sus corazones” -. El concepto de felicidad se expande al ecosistema global de la tierra y a su misma evolución. Cuando eres altruista y generoso se da una condición física de coherencia en el electrocardiograma y automáticamente hay coherencia en la biología y sentimientos irradiando el entorno, por eso la felicidad puede ser profundamente contagiosa.

La felicidad puede confundirse con bienestar o comodidad, sin embargo, el proceso de la felicidad es una conquista que implica disciplina, sacrificio, vulnerabilidad y tiene como punto de partida la humildad. Cuando una conquista se da desde el ego, ese logro será un fracaso porque no te has conquistado a ti mismo, esta es la razón por la cual el poder y el placer no conducen a la felicidad sino a la dependencia.

 

En las empresas definimos metas. Sin embargo, no siempre éstas convocan el colectivo alrededor de un esfuerzo coherente y alineado al propósito de trascendencia y, por lo tanto, no logran que el proceso de conquista genere la motivación que es necesaria para llegar a la meta como equipo y resonar armónicamente en la conquista.

El proceso de conquista de la felicidad es dinámico y por lo tanto requiere de un continuo aprendizaje, no desde la concepción de una aptitud que se puede enseñar, sino una actitud que se puede facilitar. La correcta actitud para ser feliz es la del aprendiz, la grandeza de la inocencia como reverencia a todo lo que nos rodea y que nos permite experimentar una genuina alegría que produce felicidad.

 

Finalmente, la felicidad no es un estado, es un proceso. Tiene niveles, y por lo tanto no es absoluta. La felicidad se puede inducir y es nuestra actitud de aprendiz la que nos permite construir los momentos que son el sustrato de la felicidad.

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