Es hora de reinventarse
En esta charla, Jorge Carvajal nos propone que es tiempo de regresar a nosotros mismos, que es hora de reinventarse y renacer a la simpatía, la empatía, la cordialidad y el amor incondicional.
¿Cómo nos percibimos?
Nuestro universo es interior, está en nosotros. Todo depende de la manera en que percibimos. Nosotros podemos mirar, pero mirar no es ver. Ver es percibir, pero ¿qué percibimos cuando vemos?
Podemos oír, pero oír no es escuchar. ¿Y qué escuchamos cuándo oímos? Es el gran misterio de la percepción.
Todo nuestro mundo, nuestras relaciones humanas, nuestros estados anímicos, todo ello depende de la manera en que percibimos, y podemos cambiar este modo de percibirnos.
La percepción de nosotros mismos genera una imagen interior que podemos cambiar para reinventarnos. Cuando cambiamos no ya el modo de mirarnos sino el modo de vernos, el modo de sentirnos, el modo de percibirnos, sucede algo extraordinario: cambiamos internamente.
Podemos percibirnos de una manera diferente. Las crisis también pueden percibirse de un modo distinto: sin desconfianza, sin negativismo, sin catastrofismo, sabiendo que esta tierra revuelta es el surco que alberga la semilla de una nueva vida. Sabiendo que somos parte de esta nueva vida.
Para renovarnos no es suficiente con explicarnos y aplicarnos. Es necesario implicarnos, lo que significa una inmersión en busca de nuestro propio centro.
Al nacer al ser que somos, un ser para el que no existe el miedo y la sombra simplemente es una reveladora de la luz. En ese ser que somos la crisis es una oportunidad.
Reinventar la vida es cambiar nuestra manera de vernos, de percibirnos, de concebirnos y de proyectarnos a través de la gran corriente de la vida al nuevo ser que somos con toda la naturaleza de la que hacemos parte.
La vida es orden
El orden es la sustancia del universo. Todo cuanto existe es un patrón de ordenamiento. Cuando la crisis nos desordena, cuando no sabemos qué camino tomar, de dónde venimos o para dónde vamos, en ese momento hemos llegado a un estado de desordenamiento que representa, con la destrucción del antiguo orden, la posibilidad de nacer a un nuevo orden.
La vida se reinventa permanentemente. Una de sus mayores propiedades es que se auto recrea. La vida es arte, y nosotros somos artesanos de la vida que podemos recrear y reinventar y al hacerlo generamos patrones de ordenamiento nuevos.
Como las piedras preciosas que están definidas especialmente por su comportamiento frente a la luz, de igual manera sucede con nosotros. Cuando nos ordenamos, cuando nos alineamos, cuando ganamos coherencia, estamos conquistando transparencia. Y cuando conquistamos transparencia, vamos más alla de la apariencia, mas alla de las formas, más alla de la envoltura y revelamos nuestra esencia. Esa esencia es la luz que pasa a través de cada uno de nosotros; nos convertimos en una piedra preciosa porque seguimos siendo vulnerables y blandos frente a la luz, pero tenemos una gran resistencia. Y ser blando a la luz y tener la resistencia de una gema es lo mejor de nuestra resiliencia, de nuestra capacidad de adaptación.
Los electrones de un imán están alineados y su spin apunta en la misma dirección, lo que genera ese poder magnético. Es el poder magnético que todos tenemos cuando nos ordenamos, cuando nos alineamos, cuando nuestro físico se alinea con nuestro campo de energía; entonces hay simpatía, hay coherencia, hay vibración armónica entre esos dos campos.
Reinventarnos es reordenarnos. Reordenarnos es restaurar nuestra coherencia al interior.
Reinventar la vida
La primera resonancia armónica es la simpatía. Cultivar la simpatía, que es en el plano de la energía, una plena comunicación con la naturaleza que somos.
La segunda es la empatía. Nuestro máximo nivel de desorden viene de nuestro campo emocional, y es por eso que buscamos alinear nuestras emociones para llenar la vida de ese poderoso campo magnético. La empatía es la comunicación armónica en el plano emocional.
La tercera resonancia armónica es la amistad, que tiene que ver con la amabilidad y es lo que abre las compuertas del amor. Se trata de abrir el corazón, abrirlo a sí mismo, incubarse, acogerse, cuidarse, asistir al propio nacimiento de lo nuevo. Así nacemos a la cordialidad, al amor incondicional.
La invitación es a reinventarnos, y esto significa restaurar en cada uno de nosotros el infinito poder de ser. No el ser separados, sino el ser uno, una unidad, una integridad. Una sola corriente con toda la comunidad viviente.