Jorge Carvajal nos sugiere cómo ser parte de la solución en tiempos de incertidumbre, en los que podemos sentirnos dolidos, sensibles, donde reconocemos nuestra vulnerabilidad y surgen más preguntas que respuestas. Una reflexión para no ser parte del problema (a través del resentimiento, la crítica o el miedo) y ser parte del cambio que el mundo necesita.
“Nos debemos adaptar a la vida, debemos poder adaptarnos al cambio”
Jorge nos cuenta que los supervivientes extraordinarios en la evolución no son los más fuertes, o el que más capacidad tiene de competir. El mas fuerte es aquel que tiene la capacidad de adaptarse a la vida, y su esencia es la del compartir.
La primera invitación es a aportar nuestra adaptabilidad, nuestra sensibilidad genuina al cambio, nuestra vulnerabilidad. Ésta a su vez se convierte en nuestra mejor fortaleza cuando podemos revelar la grandeza de la humildad, la grandeza y la belleza de la sencillez, la fluidez de la flexibilidad.
“Si volvieras a ser humilde y sencillo, vulnerable y fluido; frágil como un niño para revelar que esa fragilidad es lo mejor de ti, es tu energía, es tu fuerza humana, es tu verdadera fortaleza”.
En crisis anteriores no aprendimos que es muy importante aprender de la caída porque el aprendizaje es un proceso de cambio, y la máxima velocidad de cambio se presenta precisamente en el momento de la caída. El problema no es la crisis: es nuestra adaptación a la crisis para aprender la lección y salir fortalecidos.
Cuando nos convertimos en aprendices humildes y sencillos podemos dar lo mejor de nosotros. Lo que todos podemos aportar es nuestra resiliencia, al igual que nuestra conciencia, nuestra voluntad de bien, para que podamos construir el planeta que todos nos merecemos.
“Que en esta fe removida podamos sembrar lo mejor de nosotros”
En relación a la situación que actualmente vivimos, Es claro que esta pandemia revela los sitios de mayor sensibilidad. Allí donde hay una mayor polución ambiental, hay una relación directa entre la pandemia, la polución externa y la polución interna (una mala alimentación por ejemplo). El virus está revelando esa atmósfera interna deteriorada, y es allí donde el virus se puede multiplicar y puede proliferar.
El virus es una revelación, un señalador de lo que está ocurriendo internamente con nosotros; es un señalador de lo que estamos haciendo con la vida y con la naturaleza.
El virus ha sido simplemente un síntoma de nuestra vulnerabilidad. Está señalando nuestra fragilidad. Nos está demostrando la catástrofe, pero la invitación es a que proyectemos el cambio de conciencia que se está incorporando en nuestro interior, y ese es el aporte máximo que podemos ofrecer para resolver la crisis.
Un cambio no en el qué ni en el cuánto sino en el cómo. Cómo vivimos, cómo nos concebimos, cómo nos relacionamos con nosotros y con los otros. Cómo nos relacionamos con la naturaleza, cómo sentimos que somos parte de un planeta vivo, un planeta que necesita de cada uno de nosotros. De esta manera podemos ser parte de la solución – Jorge Carvajal.
“Podemos ser el cambio que pretendemos para el mundo, y ese cambio en lo esencial es un cambio de conciencia”.