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Sanarse desde el alma

Sanarse desde el Alma - Jorge Carvajal

Sanarse desde el Alma - Jorge Carvajal

Sanarse desde el alma – Por Jorge Carvajal.

Sanarse desde el alma es una reflexión de Jorge Carvajal sobre la medicina, como aquello que nos sirve para restaurar la salud (que es integridad). Aquello que restaura nuestra conectividad, nuestra comunicación armónica. Aquello que nos une al pasado y al futuro desde el presente para poder sanar la vida, para crear salud, para prevenir la enfermedad, incluso aprendiendo de ella.

Sanarse desde el alma - Jorge Carvajal

Hay una medicina imperial, una medicina que es a la vez el médico y el sanador interior. Una medicina que tiene todos los recursos y el conocimiento necesarios para que podamos sanar la vida.

Podemos sanar nuestra vida, podemos sanar nuestras relaciones, podemos sanar nuestra visión de la muerte, podemos sanar nuestros procesos para darles coherencia, restaurar la unidad. Podemos restaurar el sentido más allá de los sentidos para regresar a nosotros mismos y restaurar el poder interior.

Tenemos a nuestra disposición los mejores recursos para sanarnos, y al hacerlo podemos convertirnos en los mejores sanadores. Podemos reconocer que toda relación humana es terapéutica, porque la relación en sí es el tejido mismo de la creación.

Cuando sanamos nuestras relaciones, las relaciones con nosotros y con los otros, a la vez estamos restaurando la relación profunda con el ser que somos, con el ser que vive en nosotros, el alma.

El instrumento que usa el alma para sanarnos es nuestra personalidad. Sanar es integrar, es restaurar la integridad.

Al ascender a lo mejor de nuestra mente a través del fuego de la aspiración ardiente, vamos integrando nuestra personalidad.

Al desarrollar una personalidad integrada, caracterizada por un buen carácter, nos ponemos al servicio de ese gran sanador: el alma.

La invitación es a que desde esa antigua ciencia de la unión podamos recuperar, restaurar, reintegrar las corrientes de la vida y acceder al ser único, original y auténtico que cada uno de nosotros es.

La propuesta es encontrar los medios que el alma utiliza para conectarse con su instrumento y afinar el instrumento para que el alma, el músico de la vida, lo pueda utilizar adecuadamente y podamos dar nuestra nota, cantar nuestra canción.

Es una invitación para aventurarnos a ser felices a pesar de todo, y reconocer que la vida es un proceso de aprendizaje. Vivir de todo corazón, para que la vida tenga sentido, reencantándola. Restaurar la pasión por la vida, restaurar el poder interior de hacer de todas nuestras relaciones una verdadera medicina.

  1. La vida es un proceso de aprendizaje.
  2. El alma es el aprendiz en nosotros.
  3. Tres lecciones sagradas (a continuación)
  4. Vinimos a desarrollar esas lecciones (ése es el sentido de la vida).

¿Qué vinimos a aprender?

En resumen podemos aprender tres grandes lecciones:

  1. La compasión o comprensión amorosa en nuestras relaciones humanas.
  2. La construcción de un espacio de sabiduría interior, el templo del alma.
  3. La construcción de un puente entre la materia y el espíritu -Antakarana-.

Primero debemos aproximarnos a la ciencia del corazón. Es la ciencia de la síntesis, la ciencia de la unión a través del corazón.

El primer gran aprendizaje y medicamento del alma: el amor sin condiciones, el amor valiente, inteligente, exigente. Es el amor con discernimiento, la comprensión amorosa, o la compasión, porque la compasión nos permite restaurar la integridad. Así, la práctica de la compasión se convierte en ese primer gran medicamento. Y esa compasión, esa solidaridad empieza con uno mismo. Es la capacidad de dedicarnos el tiempo necesario para cultivarnos, para mover la tierra de la propia vida y sembrar lo mejor de nuestras semillas para realizarnos en las relaciones humanas, que es la forma mayor de realización.

La práctica de la compasión comienza con la gratitud. Es la gratuidad dentro de nosotros, que nos permite acceder a los dones del espíritu, a los dones del alma.

El primer ingrediente es la gratitud que produce gratuidad, que nos sumerge en un universo de abundancia del que también hacemos parte, que nos conecta con un genuino sentimiento de alegría que restaura interiormente la levedad. Allí alcanzamos ese proceso de realización interior que nos lleva al sentimiento de plenitud, que es la abundancia, no del tener afuera sino del ser adentro, y nos lleva a proyectar lo mejor del campo magnético ordenado de nuestro corazón. Comprendemos que el amor no es simplemente un sentimiento romántico, sino una gran fuerza transformadora, magnética, que genera reunificación, que genera coherencia. Es una fuerza radiactiva que ilumina, ordena y embellece el mundo de la relación.

Y cuando así actuamos, experimentamos la salud del alma, manifestada como felicidad en nuestro instrumento.

Las personas experimentan paz cuando se encuentran, cuando creen en sí mismos.

El amor del alma es el gran medicamento, el amor de la compasión.

Una persona de buena voluntad, es aquella que ha trascendido más allá de sus propios límites. Tiene una disposición hacia el bien común, lo que permite generar un nuevo patrón de relaciones humanas.

El altruismo hace parte de la buena voluntad pero va más allá. Nos lleva a pensar en la tierra en la que vivimos, a pensar en el mundo. En la necesidad de todo y todos para que a través de nosotros mismos también puedan evolucionar.

Vamos evolucionando desde un amor que al principio es egocéntrico, que está centrado en nosotros a un amor que trasciende el ego y que podríamos denominar etnocéntrico. Y nos conectamos con un planeta vivo con todos sus sistemas y que podemos denominar un amor mundocéntrico.

Pero un amor que trasciende el ego, la etnia, el mundo y que se conecta al cosmos, a un cosmos que vivimos interiormente, es el amor que restaura la conectividad, la integridad, y nos sumerge en la corriente superior del amor, la corriente de la solidaridad.

Allí donde surge la indiferencia, cultivamos la peor forma de violencia: la del separatismo, la del orgullo que nos aleja del amor y erige fronteras que realmente no existen en el seno de la evolución.

 

Propuestas para activar los medicamentos del alma

  • Reconocer que nos sanamos cuando aprendemos. Superamos las enfermedades cuando reconocemos la enfermedad como un maestro y aprendemos la lección.
  • Todas las lecciones son de amor, y el método para ese aprendizaje es de la comprensión amorosa que llamamos compasión.
  • Cuando empezamos esta vía hacia el amor incondicional cuidando de nosotros para poder cuidar de los otros.
  • Cuando cuidando de nosotros podemos restaurar la experiencia de la gratitud que nos lleva a la gratuidad, y a la alegría y a la inocencia. Y que nos permite fluir de corazón a través de un sentimiento de solidaridad, un sentimiento de altruismo y un sentimiento de buena voluntad. Lo que nos lleva a la práctica de la compasión y a la felicidad.
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