Unalma

El porvenir del uso de la luz y el sonido en la terapéutica

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Por Jorge Carvajal

El empleo de luz modulada y sonido a una frecuencia de 40 hercios presenta resultados promisorios en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, hecho aún más significativo, si consideramos que, a pesar de los centenares de millones de dólares invertidos, el enfoque molecular para controlarla ha sido hasta el día de hoy un completo fracaso.

Esta verdadera revolución terapéutica está en la cresta de la ola de una nueva ciencia, que ha removido los mismos cimientos de la ciencia del siglo XX. El descubrimiento del bosón de Higgs, junto con la emergencia de la epigenética, la neuroplasticidad, la neurocardiología y la biofotónica, para mencionar sólo unos cuantos avances de la ciencia, nos plantean hoy la apertura a paradigmas, que hasta hace apenas unas décadas fueron rechazados o ni siquiera imaginados por la corriente principal de la ciencia.

El misterio de la frecuencia de 40 ciclos por segundo

Un grupo de investigadores del MIT con la neurocientífica Li-Huei Tsai a la cabeza, reconocieron en modelos animales de Alzheimer, correlaciones inesperadas entre disciplinas de la neurociencia no conectadas previamente. En estos modelos animales de Alzheimer, constataron una deficiencia en la producción y el voltaje de una parte del espectro de las ondas gamma, que son altas frecuencias en el rango de 30 a 120 ciclos por segundo. Este déficit se presenta específicamente en el rango de 40 ciclos por segundo. Al mismo tiempo se detectó una disminución significativa en la población cerebral de microglía, células especialmente relacionadas con la inmunidad cerebral.

Pero lo más interesante de todo esto es que la aplicación no invasiva de estímulos lumínicos pulsados a 40 ciclos por segundo, incrementó la actividad de la microglía, con el subsecuente aumento en la movilización de la placa amiloide, un objetivo terapéutico clave para la prevención y la terapia de la enfermedad de Alzheimer.

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Lo extraordinario del descubrimiento publicado en Science en el año 2019 (ver artículo), es que integra dos capítulos de la neurociencia no relacionados previamente, lo cual pone de relieve el método sistémico de buscar comunes denominadores y correlaciones distantes. En este caso particular, se integran el estudio de las ondas cerebrales relacionado con la electroencefalografía, y el de la actividad inmune de la microglía relacionado con la biología celular.

Otra novedad es la del empleo terapéutico de las ondas cerebrales, cuya frecuencia, voltaje y distribución se han empleado tradicionalmente en medicina sólo con fines diagnósticos.

La frecuencia de 40 ciclos en la sintergética.

Investigando los mecanismos de acción y las bases científicas de paradigmas médicos alternativos, entre los años 70 y 80 del siglo pasado, tuve la feliz oportunidad de conocer a fondo algunas de estas propuestas y sus efectos clínicos. A mediados de esa década disfruté de una beca que me permitió entrar en contacto en Europa con técnicas relativamente desconocidas y no correlacionadas en su tiempo, como la auriculomedicina, la audiopsicofonología y la electroacupuntura. Estas tres propuestas terapéuticas se integran plenamente después con el surgimiento de la Biorresonancia, una aproximación terapéutica que básicamente sugiere tratar el organismo con sus propias oscilaciones.

Con el enfoque sistémico que propone buscar analogías, ismorfismos y comunes denominadores entre procedimientos no relacionados en apariencia, empezamos a vislumbrar un hilo conductor en la información modulada por el espectro de frecuencias electromagnéticas. Y es que, en efecto, todo emite y todo recibe información en una banda específica del espectro. Sustancias, medicamentos, tejidos, órganos y organismo pueden ser reconocidos por su espectro de emisión y absorción específico, que constituye su identidad o firma electromagnética. Es así como por radioastronomía podemos por ejemplo conocer la composición de una estrella.

La información biológica está modulada por frecuencias, los órganos de los sentidos son analizadores de frecuencia, al cerebro no llegan olores o sabores, todas las señales están codificadas como patrones de frecuencias.

Henos aquí, ahora en pleno siglo XXI, ante el redescubrimiento de la terapia con las propias oscilaciones, que en este caso se refiere al empleo de una frecuencia particular -40 ciclos por segundo- ubicada en la parte gamma del espectro de las ondas cerebrales. Si buscamos antecedentes similares a esta aproximación terapéutica, nos encontramos que en audiopsicofonología de Alfred Tomatís, su creador, se buscan las frecuencias que faltan en el audiograma, esas que la persona no escucha, y se lo entrena para volver a escucharlas y a emitirlas. En la auriculomedicina de Nogier, se buscan frecuencias parásitas que impiden la actividad normal del programa biológico original. En homeopatía la dilución de las sustancias incrementa su frecuencia electromagnética. En biorresonancia se busca el espectro de audiofrecuencias de una sustancia y su interacción con el organismo humano. En la electroacupuntura de Voll se buscan los puntos periféricos con alteraciones de voltaje, que representan la salida de verdaderos circuitos integrados que dan la información de órganos internos. ¡Qué maravilla!, como bien sabíamos nada está desconectado en el universo, pero ahora advertimos que esta conectividad es mediada por sintonías y resonancias frecuenciales.

La frecuencia de 40 ciclos y las frecuencias fundamentales de Nogier.

En la auriculomedicina, una de las aproximaciones emergentes en el campo de las reflexoterapias, tuve la oportunidad de conocer la importancia de esta frecuencia de 40 hercios.  Un generador de luz o de campos electromagnéticos pulsados a esta frecuencia ya era empleado en relación con una de 7 frecuencias fundamentales descritas por el padre de la auriculomedicina Paul Nogier. Pionero en el empleo de campos electromagnéticos de débil intensidad y baja frecuencia, Nogier describió la frecuencia de 40 ciclos por segundo y la relacionó con las aferencias neurosensoriales. Siguiendo la pista a esta frecuencia cuya resonancia era común en enfermedades ligadas al procesamiento de la información neurosensorial, nos encontramos que había sido descrita como la frecuencia de emisión del grupo de células centro-laminares del tálamo, que constituyen un marcapasos del cerebro. Por ello denominamos frecuencia T o talámica a esta frecuencia de 40 ciclos.

El porvenir de las ondas electroencefalográficas en la terapéutica.

Con mucha antelación al hallazgo del valor terapéutico de los 40 hercios, se había descrito cómo el déficit en la producción de ondas alfa y la disminución de los niveles de betaendorfina en el líquido cefalo-raquídeo, estaban asociados a la tendencia familiar al alcoholismo. Es bien conocido el efecto de relajación relacionado con la actividad endógena o la inducción exógena del espectro de las ondas alfa ubicado entre 8 y 12 ciclos por segundo. También existen evidencias de la extrema precisión en la correlación entre la actividad de frecuencias electroencefalográficas específicas, funciones como la producción de hormona de crecimiento, la síntesis de telomerasa, los factores de crecimiento y la regeneración celular. Así mismo, conocemos procedimientos de analgesia inducidos por diferentes rangos de estas ondas cerebrales. En conclusión, el empleo del sonido y la luz modulados a esta frecuencia de cuarenta ciclos, es la expresión particular de un campo emergente que propone el empleo terapéutico de diferentes frecuencias de las ondas cerebrales.

Más información

  • Cursos de formación en sintergética – Módulo V Neurosintergia.

 

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  • Stimulated Brain Waves Offer a Possible Treatment for Alzheimer’s | Quanta Magazine.

https://www.quantamagazine.org/stimulated-brain-waves-offer-a-possible-treatment-for-alzheimers-20200527/

  • Noninvasive brain wave treatment reduces Alzheimer’s pathology, improves memory in mice | National Institute on Aging.

https://www.nia.nih.gov/news/noninvasive-brain-wave-treatment-reduces-alzheimers-pathology-improves-memory-mice

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