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¿Cómo ser constructores de la paz?

La paz no puede tener el precio de renunciar a la propia dignidad. La paz es posible en el centro de la tormenta, es quietud dentro del movimiento, es el silencio imperturbable del ojo del huracán. Lejos de ser una actitud pasiva la paz es el resultado heroico de la honestidad a toda prueba, del compromiso con los cambios indispensables para generar la estabilidad dinámica que caracteriza la evolución social.

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Servir el plan de luz y amor – Meditación guiada

Para que todos los días sean días de la tierra, de los animales y las plantas, del aire y de las aguas, celebremos juntos este día de la tierra. Unamos nuestros corazones y gargantas en una gran plegaria para canalizar las energías de la luz y del amor, en un torrente de buena voluntad. Avivemos el fuego del servicio, demos lo mejor de nosotros mismos y sintamos que la humanidad es un centro de inteligencia creativa en la tierra.

Los lugares tienen tu energía

Aunque hayamos puesto techos y paredes para delimitar nuestros espacios, lo cierto es que habitamos en el mismo vacío que conforma nuestros átomos y nuestros cuerpos y seguimos habitando el mismo espacio en el que cada cosa del universo habita. Los muros guardan el diálogo que un día comenzamos y las viejas casas tienen el lenguaje de muchas generaciones que las habitaron. Como en una placa fotográfica sensible, imprimimos nuestra presencia silenciosa en la materia de los lugares que habitamos 

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Del apego a la libertad

El apego es un factor que puede desordenar e impedir la evolución que conduce a la maduración, expresada como grado de libertad y autogestión. Cuando actúa en la dirección de la contracción lo llamamos el apego. Cuando predomina en el sentido del rechazo lo llamamos la aversión. Y ambas, apego y aversión conducen al sufrimiento, una situación en la que el sistema pierde la armonía rítmica entre expansión y contracción.