¿Cómo tomar posesión de nuestro potencial sanador?
Tomar conciencia es nuestra mejor medicina
Vivimos en un mundo de energías que no son buenas ni malas por sí mismas. Son energías que podemos reprimir, desperdiciar, contaminar o distribuir de una manera u otra. Muchas de nuestras enfermedades son precedidas por desequilibrios energéticos que a su vez son determinados por la información que alimenta los sistemas de señales que modulan nuestra biología. Ahí radica nuestro poder: el de tomar conciencia de que podemos cambiar la información que establece la cantidad, calidad y distribución de las energías que animan nuestra vida. Podemos hacer parches para garantizar su flujo desde afuera, o ser conscientes de lo que altera los circuitos de carga, almacenamiento y distribución de estas energías en nuestra vida.
La vida ya viene equipada con recursos automáticos de autocuración que permiten la supervivencia. Pero más allá de sobrevivir, cuando la evolución llega a los órdenes de la conciencia humana, accedemos al potencial de modular y controlar estos automatismos para encausar las corrientes de la vida y llenarlas de sentido.
Entonces la biología se convierte en instrumento de una conciencia reflexiva que contiene y trasciende los niveles precedentes de la vida, vegetativa e instintiva. Ya no solo somos homínidos, nos humanizamos. Ya no solo nos curamos. Nos sanamos.
La curación es posible a través de procedimientos y ayudas externas que nos permiten corregir algunas de las manifestaciones de los desajustes biológicos. La sanación implica en profundidad una energía ordenante que se libera desde adentro. En el primer caso, los automatismos biológicos son modulados, y a veces reemplazados, por intervenciones externas que no involucran la conciencia. La curación no incluye la sanación.
Puedes curarte de algo sin aprender la lección y sin sanar la vida. La sanación no incluye necesariamente la curación. Puedes sanarte sin curarte, pero siempre en la sanación hay un proceso que te conduce a un nivel superior de la conciencia: uno en el que has aprendido la lección de la enfermedad para acceder a una dimensión más integral de tu salud. Es posible que seas una persona sana con cáncer o que seas un enfermo sin síntomas.
Aliviar los síntomas es importante, pero es mejor resolver la causa de la enfermedad. Aunque hay factores externos que pueden contribuir a la aparición de algunas enfermedades, hay también componentes internos que crean un ambiente propicio para la acción de los factores externos. Para tratar una enfermedad, debemos actuar sobre los factores externos. Para sanar, debemos actuar en el terreno psicobiológico de los componentes internos que predisponen a la enfermedad. Al tratar una enfermedad, estamos actuando sobre sus síntomas. Al sanar, estamos abordando dos niveles: la prevención de la aparición de la enfermedad y, en un nivel más avanzado, la creación de salud.
Nuestro mayor potencial de sanación es el de crear salud a través de cómo utilizamos nuestra conciencia. La salud y la enfermedad están relacionadas con cómo utilizamos o abusamos de nuestra conciencia, lo que se refleja siempre en nuestra biología (ya que esta es, en esencia, una manifestación de patrones de organización de información en cascadas de energía que se condensan en la materia).
En las epidemias, por ejemplo, no podemos controlar factores externos, pero sí podemos fortalecer nuestro sistema inmune. Este proceso no solo se relaciona con linfocitos y anticuerpos, sino especialmente con cómo utilizamos nuestra conciencia a través de nuestros pensamientos, emociones, relaciones y hábitos. Siempre tenemos la oportunidad de intervenir conscientemente en este proceso. La conciencia es esencial en el proceso de sanación. Ser conscientes de cómo nuestra biología se está moldeando constantemente a través de nuestra biografía. Ser conscientes de lo que estamos escribiendo en el lienzo de nuestra vida. Ser conscientes de cómo creamos el ambiente, la epigenética, en el que se desarrollan nuestras células y su expresión genética.
Al darnos cuenta de que la materia y la energía que conforman nuestro ser se organizan según la información que reciben, comprendemos que la calidad de nuestra salud está íntimamente ligada a nuestros hábitos.
Tomar conciencia de la necesidad de crear nuevos hábitos, saber que alimentarnos es nutrir nuestra conciencia con patrones de información específicos proporcionados por la naturaleza. Reconocer que cada pensamiento y emoción activan procesos de señalización en nuestro cuerpo nos lleva a comprender el enorme poder curativo que obtenemos al ser conscientes de la calidad de la energía que se precipita en nuestras moléculas.
Al darnos cuenta de que nuestras actitudes, motivos, emociones y pensamientos son señales vivas que interactúan con toda nuestra biología para determinar la salud o el grado de armonía en las relaciones entre nuestros sistemas biológicos, podemos aprovechar la conciencia como la mejor medicina.
La conciencia reflexiva nos permite interactuar con los diferentes niveles de conciencia evolutiva que se manifiestan en nuestra biología para restaurar el potencial de la vida en nosotros. Al tomar conciencia, podemos salir del mundo de la dependencia y dejar atrás los obstáculos que nos impiden volar hacia la libertad.
Invitémonos a caminar hacia la autogestión de nuestra salud y descubrir en cada uno de nosotros el sanador, el alma que somos. Al reconocer la fuente de nuestro potencial sanador en el alma, podemos sanar nuestras vidas más allá de la curación.
Invitémonos a generar conscientemente la información que dirige el movimiento de las energías que sostienen la salud de nuestras vidas. Hagamos de esto el siguiente paso en nuestra evolución consciente.
Autor: Jorge Carvajal P.