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Cuatro estrategias para la realización

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Cuatro estrategias para la realización.

En “Cuatro estrategias para la realización”, Jorge Carvajal hace un detallado recorrido en el que nos explica que donde tenemos nuestra atención es donde tenemos nuestra energía, nuestro potencial, nuestro ser, nuestra conciencia. Tenemos allí nuestra economía, nuestro presente, nuestra presencia. Al dispersarnos perdemos energía, pero cuando nos centramos, cuando nos concentramos, cuando atendemos y prestamos atención, en ese momento todo el potencial de nuestra conciencia se va condensando, y fluye en un mismo cauce. 

 

Al tener toda nuestra energía, nuestro pensamiento, nuestro sentimiento y nuestra conciencia enfocados en una misma dirección, podemos ser coherentes, podemos alinearnos y tener patrones de refuerzo. De otra manera estamos dispersos, y la dispersión es la primera fuente de fracaso para nuestra realización.

Si todo nuestro potencial energético no está alineado, no está enfocado y no fluye en una sola dirección, entonces será muy ineficiente. La fatiga, la falta de rendimiento, de efectividad en la vida se deben en gran medida al estar dispersos. Una mente dispersa, un corazón disperso, una energía dispersa, son fuente de infelicidad. 

 

La felicidad y la realización tienen que ver con la capacidad de proyección efectiva al mundo, y esa proyección viene fundamentalmente de la atención, del enfoque, de la alineación.

La atención es poner la mente firme en un punto, en un objeto, en un proceso, en una dirección, resolviendo así el tema de la dispersión. La alineación significa la posibilidad de alinear un punto con otro punto y con otro más allá en un mismo cauce; favorecer la reconexión entre distintos puntos alineados. La coherencia implica que haya resonancia armónica o comunicación entre estos puntos nodales, que hacen que la atención se mueva en dirección de un propósito, que es nuestra intención.

 

Una vez que estamos atentos, que la atención se conecta a través de una intención, un propósito, una dirección, conseguimos ese movimiento interno que refuerza nuestras intenciones: la motivación, la pasión por la vida.

Para la realización necesitamos entonces 4 cosas:

  • Estar atentos, tener conciencia de nosotros, del proceso. Tener conciencia de la dirección y de la meta sin perder conciencia de este momento. Generar el movimiento de la energía hacia un punto que señala un cauce, una dirección y un propósito.
  • No quedarnos sólo en el punto de enfoque. Conectar ese punto nodal con otros puntos para ir tejiendo una red en la que nuestra atención es un punto de sustentación del tejido de la vida.
  • Conectar este punto con el entorno, contextualizarlo y darle un sentido. Partimos del punto de enfoque y regresamos al punto de enfoque, como si desde ese punto nos pudiéramos expandir y contraer, como si fuéramos generando la correcta tensión con otros puntos, fortaleciendo la red de comunicaciones.
  • De la atención, nosotros generamos un movimiento que parte desde adentro y nos dirigimos de un punto nodal a otro punto, y así nos vamos conectando en una sola línea, en una sola dirección, y que apunta toda nuestra energía hacia el sentido de la vida y el propósito. Esta es la motivación, la fuerza del deseo que va ascendiendo y se va convirtiendo en una aspiración ardiente, algo que nos apasiona, que se convierte en vocación.

Nos deprimimos cuando perdemos la motivación, cuando perdemos la pasión y el compromiso con la vida, y nuestros talentos no se aplican en nuestra vocación. Cuando nuestra vocación no se convierte en consagración y perdemos el sentido profundo de vivir. Nos deprimimos cuando perdemos el motivo, aquello que nos mueve desde adentro.

 

Cuando cultivamos los correctos motivos, las correctas actitudes que nacen desde adentro, la vida misma se llena de sentido. La vida se llena de propósito. Salimos del azar y de la casualidad, y comprendemos que somos creadores de nuestra propia vida. Salimos de la crisis del sentido cuando encontramos una dirección, un propósito.

El sentido de vivir es interior. El punto de llegada está conectado e integrado en el tiempo y el espacio con el punto de partida. La vida es un viaje, no solo de ida sino también de regreso al centro, de regreso a nosotros mismos.

 

Las 4 estrategias, en resumen:

  • Atención: resolvemos el tema de la dispersión y restauramos nuestro poder, nuestra energía.
  • Comunicación: contextualizamos y así nos salimos del ego, del yo. La tierra del yo se conecta con la tierra del nosotros para poder ascender a un yo superior.
  • La pasión por la vida, el compromiso, nuestra vocación y nuestra consagración a través de nuestra intención.
  • Restaurar el sentido de la vida, llenar la vida de propósito. Unificar la atención, unificar la conexión de la comunicación, unificar los motivos y el sentido de la vida en el punto de partida, en el centro, en el propio corazón.
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