Unalma

Del apego a la libertad

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Del apego a la libertad

 

Lánzate al vacío y encontrarás la plenitud.

El apego proviene de ignorar que nuestra verdadera libertad nace de la dignidad de ser como realmente somos: únicos.

 

Antes del comienzo de este universo todo estaba tan íntimamente unido que no tenía expresión en el espacio-tiempo. Después de las primeras millonésimas de segundo el despliegue nos llevó en una expansión de miles de millones de años hasta hoy. Nos seguimos expandiendo como un todo, pero en cada nivel esta expansión contiene procesos de fusión, como si al interior la contracción y la expansión fueran sincrónicos. Se unieron así partículas, átomos y moléculas conformando una progresiva fusión hasta el nivel de los organismos. Mientras todo el universo se expande, a su interior se precipitan islas de unificación de la vida, que parece que apuntara en dirección contraria a la flecha del tiempo señalada por la entropía, que conduce al desorden progresivo. En la matriz del caos, este desorden se hace reversible, explicando que este universo se expanda aceleradamente por la polaridad de la materia y pueda contraerse hacia la vida. Su contracción dinámica puede acompañarse a su vez de procesos de expansión en otros planos. Expansión y contracción se suceden así, tanto secuencialmente, en una dimensión determinada, como sincrónicamente entre diferentes dimensiones. Cuando esta condición de equilibrio producido por la complementariedad de las polaridades opuestas se rompe, se pierde la armonía de la integridad.

Es esta la importancia de tratar del apego y la aversión, como factores que van en dirección contraria a la renovación ordenada, condición clave de toda la evolución. 

Una madre y su bebé están íntimamente unidos por un amor instintivo, una especie de apego biológico que representa una de las más antiguas estrategias de supervivencia de nuestra especie, especialmente poderosa a partir de los mamíferos. Y de allí en adelante se presenta un progresivo proceso de maduración que lleva a un incremento en la autonomía. Desde el plano físico, hasta el emocional y el mental, la tendencia a la libertad como proceso de expansión progresiva, que da cuenta de la conquista de la autogestión en el ascenso de la vida, se puede intuir en la naturaleza en el viaje de la semilla a la cosecha, de la flor al fruto y en el regreso del fruto a la semilla.

A un nivel micro-cósmico, el electrón está ligado a su núcleo por fuerzas electromagnéticas, los elementos del núcleo están unidos por interacciones fuertes. Cuando el átomo se desintegra, se libera su esencia como energía radiactiva. Las partículas elementales permanentemente se sumergen, expandiéndose en la no localidad del campo cuántico y se contraen en el seno de la materia, en un proceso continuo cuyos tiempos infinitesimales se aproximan al tiempo cero del origen.

En el macrocosmos, sabemos que las cuatro interacciones de la física se suceden también en el marco de esta gran expansión, por la cual las galaxias se alejan unas de otras a una velocidad cada vez mayor, pero en su núcleos se pueden colapsar como ocurre con las estrellas de neutrones al origen de las supernovas. Estos puntos de anclaje que garantizan la identidad auténtica y el enraizamiento de grandes agujeros negros, que absorben toda la materia y la energía.

Ahora nos vamos a permitir utilizar correlaciones distantes, asumiendo que como es en el microcosmos y en el macrocosmos así es en el mesocosmos que habitamos. 

Cuando nuestra unión es céntrica, de corazón se da la fusión que permite una emergencia a otro nivel cualitativo. En este plano mesocósmico, el nivel propiamente humano, se presenta la emergencia impredecible a un nivel más inclusivo relacionado con la conciencia reflexiva, que ha incluido las expresiones previas de la conciencia. Es en este estadío de la conciencia reflexiva humana que tiene pleno sentido referirse al apego. 

El apego, obstáculo mayor a la armonía relacional

Vivimos en nuestras relaciones, que pueden caracterizarse por un movimiento de compresión y otro de tensión. De la correlación de estas dos fuerzas depende tanto el cambio dinámico como la estabilidad de un sistema. La compresión es contracción que nos aproxima, la tensión expansión que nos aleja. Entre las dos surge el campo dinámico de la relación. El apego es un factor que puede desordenar e impedir la evolución que conduce a la maduración, expresada como grado de libertad y autogestión. Cuando actúa en la dirección de la contracción lo llamamos el apego. Cuando predomina en el sentido del rechazo lo llamamos la aversión. Y ambas, apego y aversión conducen al sufrimiento, una situación en la que el sistema pierde la armonía rítmica entre expansión y contracción. 

El apego y la aversión son producto de la ignorancia en el plano emocional, pues a pesar de conocer bien sus implicaciones en el plano intelectual , podemos sufrir su impacto en el plano emocional de nuestras relaciones. 

La forma más común del apego se encuentra al interior. Y consiste en el abandono del ancla firme del presente. Por esa falta de presencia nos quedamos atrapados en la conciencia congelada en el pasado o el futuro. Cuando nos quedarnos apegados al pasado, lo reeditamos una y otra vez, como una programación que nos hace perder la fluidez y la creatividad del presente. Cuando anclamos la conciencia en el futuro, una forma de apego a las expectativas, nos perdemos el presente. 

La clave para salir de la ilusión, del apego que niega la libertad esencial del ser, es recuperar el espacio-tiempo del aquí-ahora, un presente intenso en el que confluyen todos los tiempos.

En la sincronicidad del pasado y el futuro, liberado en presente, aparece el habitante del punto crucial de los instantes. El observador. El alma. En esa instancia morimos al apego y asistimos al renacimiento, como una gran expansión que nos llega de la contracción de todos los tiempos en la singularidad del gran tiempo. El apego es una modalidad enfermiza de relación, que en lugar de completar y liberar, genera codependencia y encadena. El apego, que pudiera ser algo constructivo y pasajeramente necesario en fases críticas de la vida, como es el caso del bebé y su madre, puede convertirse en el mayor obstáculo al amor, ese hijo predilecto de la necesidad. 

Reflexiones para liberarse de los apegos

Tira las muletas cuando ya no las necesites y así, liberando aquello que fue soporte necesario y ahora mismo se convierte en lastre, te liberas. Esa liberación ocurre tanto en tus relaciones contigo, como en tus relaciones humanas. 

Una relación sana no se establece para llenar el vacío, sino para dar lo mejor de uno mismo. En la medida en que se da y se hace el vacío, en esa misma medida se recibe y se establece la corriente adaptativa del cambio en cuyo cauce el vacío es sinónimo de plenitud.

Degradas al otro y te degradas si en lugar de dar y recibir apoyo cuando es necesario, pretendes dar o recibir apoyo permanente. 

Abandona la prisión de la rutina que te lleva a morir lentamente cada día.

No tendrás que apegarte a tu maestro. Así lo liberas, liberándote. 

Apego y aversión al dolor conducen al sufrimiento.

Si no te desapegas de tus prejuicios indefectiblemente caes en el mundo de los verdugos y las víctimas.

Desapégate de la actitud de víctima y libérate sintiendo lo que realmente eres: un aprendiz. 

Sólo los aprendices son libres de la peor forma de apego: la inercia de la repetición.

Recuerda que cuando te repites te atrapas en el pasado y creas un futuro que es sólo la reedición de tu pasado. 

Lánzate a la corriente, que es el único sentido del cauce y las orillas. Uno no vive en los ladrillos ni en la piedra de su casa. Vive en el vacío que ellos delimitan. 

 

La programación genera rigidez y paradójicamente esta es una falsa identidad.

La rigidez puede dar una falsa sensación de seguridad y estabilidad, pero ante la menor caída se quebrará como un cristal.

Deja pasar la luz, la de tu verdad, la de tus anhelos. La de tu alma. 

Renuncia a lo que no es esencial para que vivas los valores del ser: la belleza, la bondad y la verdad.

 

Autor: Jorge Carvajal

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