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Adicciones: una visión integral

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Adicciones: una visión integral – Jorge Carvajal.

Comprendiendo la adicción

Alguna vez todos pasamos por algún tipo adicción mayor o menor. Adicciones a la comida, al azúcar, al trabajo, al sexo, al tabaco, al licor, al ego, al reconocimiento, al juego, al peligro, al miedo… tantas son las posibilidades de perder la libertad buscando el placer, que bien vale la pena reflexionar acerca del significado de esta condición ahora endémica en nuestra sociedad. Para ello voy a tratar de buscar respuesta a algunas preguntas:

¿De dónde nos viene esa tendencia a la adicción, que ya encontramos en el reino animal?

¿Hay un factor común detrás de las diferentes adicciones?

¿Cómo explicar la obsesión y la compulsión por el consumo?

¿Por qué a pesar de conocer que muchas veces las adicciones destruyen nuestras relaciones, nuestra personalidad y nuestra biología, mantenemos conductas autodestructivas?

1. ¿De dónde nos viene la tendencia adictiva?

Si exploramos la relación entre la mente y el cuerpo, apreciamos cómo la evolución ha preservado las estrategias que regulan la biología molecular de las emociones. Desde las células primitivas, pasando por la complejidad de los organismos multicelulares, hasta los mamíferos y los primates, en toda la cadena evolutiva de la vida, observamos la extraordinaria constancia de pequeñas moléculas como neurotransmisores y neuropéptidos, que permiten plasmar el mundo de los impulsos, los deseos y las emociones en el seno de del organismo físico. Esta vía de la transducción molecular de las emociones, ha sido una clave mayor para imprimir y reforzar a nivel celular la expresión genética de programas y conductas con valor de supervivencia.

Todo esto nos ha conduce a la gran pista del placer. Por ejemplo, el placer de comer o el del apareamiento, sin los cuales no hubiera sido posible la supervivencia. Sin la carga de placer enorme del sexo, ligado a la liberación de dopamina y opioides endógenos, no hubiera sido posible la continuidad de las especies animales por ejemplo. Tenemos aquí un primer postulado:

La dependencia de todo tipo tiene su fuente en la búsqueda de aquello que produce placer, como un requisito esencial para privilegiar aquellos comportamientos que favorecen la evolución. Escoger el placer en vez del dolor, es una estrategia de supervivencia, que puede desviarse cuando se trata de controlar el dolor y la carencia a través del placer.

2. ¿Hay un factor común detrás de las adicciones?

Satisfacer las necesidades de la vida, de una complejidad creciente en la escala ascendente de las especies, no sería posible sin la recompensa que implica esa satisfacción.  Si esta recompensa produce placer, habrá naturalmente una tendencia a consumir aquello que responde a la necesidad, precisamente porque produce placer.

En un mecanismo similar al del aprendizaje condicionado, puede ser que la necesidad de supervivencia llegue a ser biológicamente percibida como necesidad de placer, más que de satisfacción de la necesidad primaria. Así, el placer con su valor constructivo de reforzar las estrategias necesarias a la vida, puede acabar convertido en todo lo contrario, un obstáculo a la satisfacción de las necesidades básicas.

De acuerdo al psicólogo Abraham Maslow, pionero de la psicología transpersonal, las necesidades humanas van más allá de las necesidades biológicas de supervivencia, por lo que los sentimientos de pertenencia, de reconocimiento, de realización y de trascendencia, son necesidades esenciales cuya satisfacción es placentera. Esto hace que el displacer de su no satisfacción, pueda llevar a la búsqueda directa del placer como un pseudo agente de realización. Esto lleva a peligrosas derivas como la confusión entre el bienestar, el placer y la felicidad.

Cuando el placer, que es un medio para facilitar el objetivo de la supervivencia, la salud y la calidad de la vida, se convierte en un fin en sí mismo, genera una situación de dependencia que nos impide alcanzar nuestras metas. Ya no se vive el placer de consumir lo que es necesario para vivir, sino que se vive para consumir lo que pueda producir el placer. El lío es la caída en esa sutil confusión, cuando se pierde el objetivo de satisfacer una necesidad, lo cual sin duda es placentero, y el objetivo ya no es la necesidad sino el placer mismo.

A escala humana podemos decir que renunciamos a nuestra máxima conquista posible, la libertad, y caemos en la dependencia, cuando dejamos de consagrar el placer a la vida y vivimos para el placer. Así nos convertimos en consumidores de placer. Esta es una clave mayor de la dependencia.

Pero de nuevo nos podemos preguntar ¿qué pasaría si renunciáramos al placer? ¿Es ello posible biológicamente? ¿Humanamente?

3. Elementos para comprender la biología del placer

Sin mayores argumentos aún, me atrevo a decir que es imposible vivir sin placer y que de ningún modo se trata de renunciar a él. Los circuitos de placer o de recompensa recorren toda nuestra biología, y están representados en una dinámica transversal que recorre todos los estratos de nuestro sistema nervioso central.

Para ser respetuoso del tiempo del lector trataré de ser muy escueto en las propuestas. Con lo expuesto ya intuimos que el placer es una estrategia esencial de la evolución. Si aceptamos que vivir es en esencia un proceso de aprendizaje, podemos advertir que la recompensa es una estrategia mayor para poder aprender.

Como aprendizaje y placer están íntimamente ligados al proceso evolutivo, invitémonos a explorar en el nivel humano, los modos comunes para lograr la experiencia placentera, porque nos podrán servir de base para comprender las conductas adictivas.

A groso modo tenemos tres modos de obtener placer:

1 – A través de la experiencia de la relajación.

2 – A través de la experiencia de la excitación.

3 – A través de la experiencia creativa.

 

Las tres son complementarias: la relajación no es lo contrario de la excitación, pues para lograr la activación de la respuesta excitatoria el mejor punto de partida es la relajación. Y la relajación, más la motivación, que es una modalidad de excitación constructiva, generan las condiciones que favorecen la experiencia creativa.

La primera, la experiencia de la relajación, está básicamente ligada a las estructuras del cerebro reptil en el tallo cerebral, y tiene relación con núcleos básicos de secreción de opioides endógenos. El tabaquismo, y las adicciones a la comida y al licor están íntimamente ligadas a alteraciones a este nivel. En el espectro de las ondas electroencefalográficas la relajación corresponde a las ondas alfa, entre 8 y 12 ciclos por segundo. En el sistema neurovegetativo se asocia a la respuesta parasimpática o vagal.   Dejar pasar el pasado y perdonar, y equilibrar el cerebro reptil y el sistema límbico a través de técnicas para liberar las emociones retenidas – EFT por ejemplo- pueden ser buenas estrategias para alcanzar una relajación estable.

La segunda forma de obtener placer, la experiencia de excitación, está ligada al sistema límbico y los circuitos de la inteligencia emocional descritos por Daniel Goleman. Está muy especialmente relacionada con la dopamina y los sistemas de receptores dopaminérgicos, asociados con la atención y la motivación que son esenciales en el proceso de aprendizaje. Las vías dopaminérgicas conectan los tres cerebros, desde las estructuras del tallo cerebral, al sistema límbico y los receptores a nivel del lóbulo frontal. Los opioides endógenos y exógenos actúan sobre estos circuitos dopaminérgicos, asociados al circuito del placer que recorre las estructuras encefálicas desde el tallo hasta el lóbulo frontal.

La tercera, la experiencia creativa, se relaciona especialmente con el neocórtex o cerebro humano, ligado a las inteligencias cognitiva y creativa. Se asocia especialmente al espectro gamma del electroencefalograma, de frecuencias comprendidas entre 30 y 120 ciclos por segundo. Estas ondas gamma, características del acto creativo, se relacionan con la posibilidad de establecer correlaciones nuevas y distantes entre grupos de neuronas no conectadas previamente. Lo que nos lleva a concebir la creación como un proceso interior. Podemos catalogar el acto creativo como la forma superior de experimentar un placer constructivo.

El placer en el corazón de la biología.

Con esta breve información, podemos ahora reconocer que los circuitos del placer están en el centro de nuestra biología. Además de estar ordenados en los distintos niveles de profundidad de la topología cerebral, sus efectores y receptores, densamente interconectados, involucran toda la economía corporal. Esto nos permite comprender la enorme importancia del placer como estrategia adaptativa de la biología, por un lado, y por otro lado el efecto catastrófico del desordenamiento o la inversión de la función del placer como sucede en todas las formas de dependencia.

 

Podemos generar un símil con la biología de los factores de crecimiento. Estos están ligados a la reproducción celular indispensable a la supervivencia, pero su expresión desordenada puede generar una reproducción celular incompatible con la misma supervivencia. Todo es remedio o es veneno según la dosis. Igual sucede con el placer y los circuitos biológicos que lo codifican en el cuerpo. Digamos que el placer representa una estrategia de crecimiento o expansión progresiva de la conciencia a través de su efecto facilitador y promotor del aprendizaje a todos los niveles, vegetativo, emocional, cognitivo e intuitivo-creativo. Pero el exceso de placer o el placer mal dirigido puede llevar precisamente a una pérdida de control de conciencia que conduce a la dependencia.

Dos ejemplos nos servirán para comprender mejor el rol del placer en nuestra biología.

El primero correlaciona sexo, inmunidad y placer. Es bien conocido el hecho de que, en algunas especies de insectos, los arácnidos por ejemplos, el macho muere en la cópula. Es la conocida historia de las viudas negras. Exagerando un poco digamos que se mueren de placer. La continuidad de la especie es garantizada por el apareamiento entre las hembras que queden y la progenie masculina. ¿Cómo sucede esta muerte? Para comprenderlo mejor tenemos un ejemplo parecido a un nivel mucho más elevado de la escala filogenética. En una especie de pequeños ratones marsupiales australianos sucede lo mismo. Los machos mueren al aparearse. Si, se mueren de placer, es un verdadero shock de opioides endógenos cuya fisiología ha sido bien descrita. El exceso de placer y opioides generados crea una verdadera parálisis del sistema inmune. Es un síndrome de inmunodeficiencia aguda asociado a cascadas de inflamación y de radicales libres. El placer implica así, una enorme liberación de energía que puede llevar literalmente a descargar y fundir los sistemas biológicos. Así que es importante reconocer ahora la función energética del placer. Adecuadamente dosificado, representa una función de carga de energía. En déficit o en exceso se asocia al déficit de carga energética.

El segundo ejemplo, del que se deriva un gran aprendizaje en la comprensión de la biología de la adicción, es el de un experimento Skinneriano clásico en el que un grupo de ratones se entrenan para activar una palanca y obtener comida o bebida. O alternativamente con otra palanca activar eléctricamente núcleos críticos del cerebro asociados a la experiencia del placer. Los ratones prefieren morir de hambre y de sed y estimulan compulsivamente la palanca que estimula la respuesta placentera.

 

A nivel humano conocemos que en algunas familias de alcohólicos se presenta un déficit de Endorfinas a nivel del Líquido cefalo-raquídeo, lo cual parecen compensar con el consumo de licor. Así mismo se ha descrito la tendencia al déficit de ondas alfa y de respuesta de relajación, asociadas con un incremento de las conductas adictivas.

Estos son sólo algunos de los hechos biológicos que nos ayudan a no seguir afrontando desde juicios y prejuicios sin sentido el tema capital de la adicción. Quedamos todos invitados a reflexionar, porque esto es apenas la punta del iceberg.

 

¿Cómo lograr que a través de la restauración de la serenidad, el reencantamiento de la vida y la creatividad, podamos entre todos tratar no el síntoma sino la causa de la enfermedad de la adicción, ligada a una cultura que consume placer, y vive para el placer, confundiéndolo además con la felicidad?

 

¿Cómo reconocer el placer obsesivo y destructivo que nos lleva a la esclavitud de la dependencia y nos deshumaniza, de esas formas de placer constructivo que nos llevan a satisfacer las necesidades esenciales a la vida humana?

 

Bueno, muchas gracias amigo lector. Espero que estas reflexiones sean útiles para la vida.

 

Autor: Jorge Carvajal

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