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Cómo reconocer las grandes confusiones que te impiden vivir de verdad

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Cómo reconocer las grandes confusiones que te impiden vivir de verdad

 

Las tres confusiones, que te impiden vivir una vida auténtica, invierten el sentido de tu vida: En lugar de consagrar, el cuerpo, el placer y el poder a la vida, terminas dedicando la vida al cuerpo, al placer y al poder.

Vives de verdad si vives en realidad. Y la realidad no sólo está afuera, es lo que tú eres y proyectas. Es el mundo que tú sientes, percibes y recreas. Descubres el sentido de la vida, cuando dejas pasar la luz de la verdad que eres y te sorprendes con la belleza del plan del universo adentro. En ti ese plan es único.

Es posible descorrer el velo de las falsas creencias que te han perdido. Si renuncias a lo que no eres, a aquello que no es necesario, descubres que en esencia no te falta nada y, que cuando entrabas en la economía de la carencia, eras sobre todo tú quien te faltaba. No hay dificultad mayor que la de tu propia ausencia, cuando dejas que tu conciencia se identifique con lo que es ajeno al ser.

Las falsas identidades te separan de ti. Vuelve a ti, emprende el sendero de regreso y disfruta del encuentro. Para ello tres propuestas, que vienen de la sabiduría perenne, te permitirán identificar las grandes confusiones que te han conducido al vivir sin vivir de una vida sin sentido. Estas confusiones han sido denominadas en las tradiciones de Oriente: maya, espejismo e ilusión. Cuando las reconoces sabes lo que no eres, dejas de confundir esencia y apariencia y la vida se hace como es: sencilla y bella.

Maya

Esta es la primera confusión, que te lleva a creer que el sentido de la vida es el cuerpo y que la muerte de este es el final de la vida. Por ello, tienes miedo de la muerte, y al vivir huyendo de la muerte, dejas de vivir la vida. El extremo de esta confusión es el materialismo, que te lleva a creer que tu energía, tu vida, tu amor y tus pensamientos, toda tu conciencia, son solo una emanación de tus moléculas, con cuya disgregación se pierden irremisiblemente.

Maya es una visión errónea del cuerpo, que te impide reconocerlo, escucharlo, comprenderlo, disfrutarlo. Amarlo. Es la confusión que te lleva a invertir la relación de la vida con el cuerpo: en lugar de consagrarlo a la vida, terminas sacrificando la vida por tu cuerpo. Crees que tu vida no tiene más duración que la de tu cuerpo y que al final de este ciclo en tu biología, se pueden terminar miles de millones de años de evolución de la gran cadena de conciencia que es la vida.

Maya es la esa gran confusión de la vida y su instrumento. Vives como si el violinista y su música se pudiera reducir a la estructura del violín.

Reconoce, cuida y ama esta nave espacial incomparable para emprender el viaje de la vida humana. Comprende que la conciencia colectiva de todas las especies se expande a través de tu cuerpo, como si este fuera el arco que en el mito del arca simboliza la unión de la tierra con el cielo.

Convierte tu cuerpo en un templo donde se oficia el ritual de la vida. Prepáralo para acoger en el al huésped sagrado que lo habita. Tu alma necesita de tu cuerpo. En sus aulas, el alma, el aprendiz que vive en ti, aprende. Y, en alas del alma, después de cada ciclo de la vida, asciendes. Así, vida a vida, naces, mueres, vives. ¡Vives!

Permaneces: aunque tus cuerpos se hayan disuelto en la materia, el espíritu que eres no se muere. No temas el final que sólo será un nuevo comenzar. Cuando reconoces que la vida no es el cuerpo superas el miedo de morir, y con él, todos tus miedos se disuelven. El hielo del temor se disuelve con el fuego de la luz y del amor que eres.

El espejismo

Así como la primera confusión se da especialmente en el plano físico, la segunda se refiere el campo emocional. En este campo tienes buena parte de tu atención y de tu vida. El espejismo es la confusión que te lleva a vivir para el placer y a convertirlo en el sentido de tu vida. De allí nace el apego al placer, la aversión al dolor, y su consecuencia: el sufrimiento. Confundes el placer y la felicidad y no sabes que más placer no es más felicidad. Hasta que un día, inviertes la ecuación. Ya no vives para el placer, y consagras el placer a la vida. Disfrutas el incomparable placer de vivir. Te das la vuelta y desde los placeres de los sentidos te interiorizas para encontrar el placer incomparable de una vida llena de sentido. Entonces, disfrutas la vida y comprendes que hay más plenitud en la inocencia, la fluidez del amor y la alegría que en todos los placeres del mundo. Descubres las actitudes que nacen del corazón la gratitud, la compasión, el altruismo. Saboreas la vida dando lo mejor de ti, tu felicidad, la ofrenda que puedes dar a tu familia, a tu sociedad, y a toda la gran corriente de la vida.

La ilusión

Es la tercera confusión, relacionada con el campo mental. Su expresión es el orgullo, generador de un vano sentimiento de superioridad que te separa de los otros y de ti. En esta ilusión, confundes el sentido de la vida con el poder y terminas viviendo para conseguir más poder. Poseído por el afán de poseer pierdes el control de ti y te vas por el abismo de la ambición desmedida, que genera incoherencia y corrupción. Esta confusión del orgullo, que te lleva al separatismo, ha sido considerada por algunos sabios el pecado capital de la evolución humana. Recuerda que no hay poder mayor que el de ser. Toma posesión de ti para que el poder no te pueda poseer.

 

En conclusión. Vivir para el poder, el placer y los sentidos te lleva a confundir el ser con el no ser. A atrapar la vida en la prisión de una identidad que no es real.

Si consagras tus cuerpos, o niveles de conciencia evolutiva, a la vida, construyes una personalidad armónica que será el mejor de los instrumentos para que tu alma de su nota original en el concierto de los seres y las cosas.

 

Autor: Jorge Carvajal P.

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