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La conciencia: el hilo conductor de la nueva economía

Conciencia Hilo Conductor

Conciencia Hilo Conductor

La conciencia: el hilo conductor de la nueva economía.

Este es un capítulo de síntesis de varias conversaciones que iniciaron en abril de 2020, y han evolucionado en una propuesta donde la Sintergética desde su visión holística y sistémica del ser humano, nutre conceptos actuales sobre las organizaciones y la economía. Jorge Carvajal, Pablo Barvo, Gabriel Jaime Arroyave y Carlos Andrés Arroyave se reencuentran presencialmente, para entre amigos, continuar soñando en una nueva economía, en algunos momentos desde la experiencia, pero en otras desde la ignorancia. Siempre con la intención de disfrutar, reflexionar y aportar a una visión de organizaciones conscientes como el hilo conductor.

“La conciencia reflexiva es la principal herramienta de la evolución, permitiéndonos ser arquitectos del orden que vamos creando” – Jorge Carvajal

Ante la oportunidad de un reencuentro presencial y el inicio de UNALMA, en este capítulo 18, se hace una síntesis de lo maravilloso que ha sido el recorrido de aprendizaje que significa pensar en la nueva economía, la economía de la vida. Un camino en el cual se amplían las perspectivas sobre las organizaciones y sus correlaciones con la visión sistémica del ser humano que se nutre desde la sintergética.

La búsqueda de correlaciones entre dos sistemas complejos, el ser humano y las organizaciones, se han dado en un contexto de crisis generado por el COVID-19, pero han trascendido este evento, entendiendo que la pandemia es un momento que se ha exacerbado en sistemas que se encontraban endebles como el de salud, la educación, la política y por supuesto la economía.

Reflexionar sobre la economía en medio de un año que ha sido un maestro inolvidable y con la analogía aportada por la sintergética ha permitido que emerjan adjetivos para la economía, como atención, información, intuición, alma y felicidad. Todos estos conceptos vinculados a un elemento transversal, un hilo conductor, la CONCIENCIA.

Hacernos conscientes, requiere pausas y que mejor momento para detenernos a reflexionar que el 2020. La pausa, el silencio, el vacío, la nada, representan el origen de los ritmos, la plenitud de potencial.

De la quietud “obligada” ha surgido la máxima velocidad adaptativa en sistemas complejos fundamentales para la humanidad, inducida en procesos de cooperación, que, tal vez, no hubiesen sido posibles sin la pausa generada por la pandemia. El incremento en la productividad no ha tenido como motor el aspecto cuantitativo: el cuánto ha dado paso al cómo, al quién, a la productividad interna que se humaniza en un proceso adaptativo que entiende mejor la naturaleza. Recuperando la viabilidad de un sistema donde los seres humanos terminaremos sintiéndonos células del mismo cuerpo.

La conciencia reflexiva es la principal herramienta de la evolución, permitiéndonos ser arquitectos del orden que vamos creando. La vida es corriente de aprendizaje y reconocernos como aprendices nos habilita para conquistar ese nivel de conciencia que buscamos, donde encontramos la vulnerabilidad, humildad y la sencillez que nos conecta nuevamente con el vacío primigenio.

La pandemia provocó un retorno al presente, una meditación colectiva sobre la vulnerabilidad de los seres humanos, pero también de su alto potencial adaptativo. En las organizaciones, surgieron liderazgos intuitivos y enfocados en los procesos de aprendizaje. Líderes dispuestos a perder el control, en favor de las personas y sanarse de la adicción a la predictibilidad. Empresas dispuestas a explorar más, a aceptar el error y salirse de la zona de control, esa zona donde no hay aprendizaje.

¿Cómo potencializar la conquista de mayores niveles de conciencia sin pausas tan abruptas como la que se generó por la pandemia? Con el cambio de enfoque. El máximo potencial de aprendizaje, creativo y de cambio no viene de afuera, viene de adentro. Si no se presta atención al corazón, sino se lleva la luz al interior entonces no se producirá nada nuevo. La pandemia lo que logró fue generar una pausa externa que indujo un retorno al interior, acelerando la conquista de mayores niveles de conciencia. Lo peor que podría pasar es retornar a la “normalidad”, al exterior, abandonando nuevamente el interior.

¿Recordaremos el 2020 como un punto de inflexión hacia un nuevo renacimiento? Los paradigmas nuevos no surgen de la destrucción de los paradigmas anteriores sino de emplearlos como sustratos para un cambio de dirección, un nuevo enfoque, una nueva conciencia.

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