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Enfoque integral en las organizaciones

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Enfoque integral en las organizaciones

Por Carlos A. Arroyave

 

El “Enfoque integral en las organizaciones” es una nueva conversación entre amigos, en la que Jorge Carvajal, Pablo Barvo y Carlos Andrés Arroyave abordan el enfoque desde una perspectiva integral. Explorando no solo la convergencia de la acción sino la divergencia de la experimentación como procesos necesarios para lograr el enfoque correcto, ese enfoque que surge del interior y se expande al exterior con progreso.

“En el enfoque nos jugamos la vida” – Jorge Carvajal

 

Conceptualmente podríamos pensar el enfoque desde una visión convergente y limitada. En este escrito exploraremos el enfoque desde una perspectiva diferente, en la cual una visión periférica nos permite observar el contexto y una visión central nos lleva al primer plano, al texto. Vamos tras un enfoque integral, donde veamos el texto y el contexto.

Si nuestra conciencia está donde está nuestra atención, necesitamos un enfoque que reivindique la acción y que tenga una motivación central que permita integrar la visión a la acción. De otro modo, el enfoque comienza con una curiosidad expansiva que se sintetiza en acción y se vincula a la visión “core”, nuclear (Ver artículo “Misterios del corazón”).

Como menciona Pablo durante la conversación, en Facebook, se utiliza el lema “no confundir movimiento con progreso”. El movimiento es iteración sin retroalimentación, el progreso es la retroalimentación que se afina en acción. El enfoque implica acción, no intención. Un buen ejemplo de este concepto es lo que ha ocurrido con las vacunas desarrolladas para combatir el Covid-19, la visión de salvar vidas ha permitido una acción decidida, enfocada, en el desarrollo de vacunas que hubiese tardado años bajo los escenarios “normales”.

Una organización que pierde su enfoque está desconectada de su visión y se ha alejado del disfrute que implica experimentar el camino mejorando continuamente. Es una organización que ha confundido planear con actuar, que desprecia lo bueno por la constante búsqueda de lo mejor. Durante la conversación se habla de un experimento del fotógrafo Jerry Uelsmann con sus estudiantes, en el cual se observa como aquellos grupos que buscaban lo mejor, fueron superados por aquellos que iteraban en el disfrute de lo bueno.

Comprender si nuestro enfoque es el adecuado requiere conectarnos con nuestra conciencia; la práctica de la meditación podría ser un camino para lograr esta conexión, pero ¿qué pasa en una organización?, ¿cómo lograr una organización meditativa? Aquella que logre la máxima fluidez, el mínimo desgaste y la armonía que conduce a la felicidad colectiva. Una donde no se pierdan los ideales y se desarrollen altos niveles de intuición. 

Una organización meditativa no está anclada al pasado, porque entiende que los éxitos son un mal maestro que puede generar lastres difíciles de dejar atrás. Aprender del error conduce al enfoque, entendernos desenfocados en la acción nos permite ajustar nuestro camino hacia lo correcto. Experimentar no es contrario al enfoque, es encontrar nuevos caminos de acción que estén armonizados con la correcta visión. 

El enfoque se entiende erróneamente como una visión convergente, pero si no existe la divergencia no hay renovación, creatividad. En la meditación lo convergente y lo divergente confluyen, el movimiento coincide con la serenidad. La organización meditativa será por lo tanto aquella en la cual el pensamiento, el sentimiento y la acción se sincronizan con el propósito superior, con la visión nuclear.

El enfoque existe cuando disfrutamos, fluimos, administramos los ciclos, administramos la pausa, administrando el tiempo. Cuando liberamos tiempo estamos conquistando la economía de la abundancia, es más rico aquel que tiene tiempo para hacer lo que vino a hacer.

En las organizaciones el progreso no se logra en el debería ser, se logra cuando fluimos juntos en la acción, estando con todo nuestro corazón.

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