Unalma

Herencia y libertad

Herencia y libertad

 

En esta conversación entre Jorge Carvajal y Andrés Ossa se busca una respuesta a la pregunta ¿Es posible romper con las herencias negativas al ser conscientes de ellas?

“La mejor manera de cargar con algo es rechazarlo”.

En el desarrollo de la conversación, Jorge explica que no tenemos nada que llevar a cuestas. Las “herencias negativas” son oportunidades en nuestra vida. 

Una cosa son las herencias biológicas, que hacen parte de nuestro código genético, el ADN. Otra cosa es la epigenética que se refiere a ciertos rasgos conductuales que tienen tendencia a transmitirse de una generación a otra.

En la biología para que un rasgo se convierta en algo genético se requieren muchas generaciones. Sin embargo, entre una y otra generación se puede manifestar epigenéticamente el modo positivo o negativo como los antepasados se adaptaban a la vida. Así, una cosa es la genética y otra cosa diferente es cómo se expresa, lo cual está determinado por la epigenética.

 

Para entenderlo de una manera más clara, usemos la analogía de un instrumento musical: digamos que nuestro cuerpo es un violín, el violín que heredamos genéticamente. Su composición, como la madera, las cuerdas y la caja de resonancia, constituyen el hardware o disco duro de la genética. La música que interpretamos se refiere al programa o software, relacionado con la calidad de la música que interpretamos. Esto es epigenética.

En ese orden de ideas, no somos receptores pasivos, ni víctimas de herencias negativas (o positivas) que vienen del pasado. Es solo la materia prima que recibimos y necesitamos para esculpir nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestra vida.

A través del entrenamiento y el cultivo de hábitos correctos, podemos hacer del nuestro un gran instrumento, para dar las más bellas notas. Podemos ser unos músicos extraordinarios. Si no llegamos a serlo, no significa que sea culpa del instrumento o de quién lo heredamos. La responsabilidad la tiene cada quien en el manejo de ese tesoro que nos ha regalado la evolución.

 

Por otro lado, es frecuente que miremos el pasado para justificarnos y buscar chivos expiatorios. No se puede encontrar la respuesta en términos de víctimas o verdugos. La herencia es una oportunidad para que transformemos, a través de nuestros modos de vivir, el instrumento de nuestra biología.

Con cada uno de nuestros pasos estamos construyendo el futuro y señalando el camino de nuestros hijos. Es nuestra responsabilidad generar esos surcos donde pueda germinar la nueva vida, confiando que la semilla que sembramos hoy será el árbol de mañana, y hará parte de un bosque en el futuro.

 

En la medida en que avanzamos hacia nuestra humanidad, modulamos la expresión de nuestros genes. Y si esto transcurre durante suficiente tiempo, esa expresión se convierte en infraestructura genética. 

En la vida, más allá de realizarnos, hemos venido a trascender. Uno trasciende si se realiza, y se realiza si es feliz. Cuando hay felicidad y hay realización puede haber trascendencia. Si todas nuestras acciones están nutridas por el genuino amor, sirven a la humanidad y llevan a la trascendencia.

“La felicidad es la mejor herencia que podemos dejarle a la vida, a nuestros hijos y a la humanidad”.

Esta felicidad se relaciona con un genuino amor: el que genera libertad. Pero la libertad sin responsabilidad conduce al libertinaje, al caos y al desorden mayor de la anarquía. La esencia de la libertad es la responsabilidad, y la responsabilidad es lo que genera en la vida orden y coherencia. Sólo cuando nos hacemos responsables del legado de nuestros ancestros podemos enriquecerlos y trascenderlos. 

Ser libres no es ser independientes o ser autónomos, porque este es un mundo de relaciones, de interdependencia. La libertad implica una relación armónica con los demás.

Cuando se da rienda suelta a los deseos y los impulsos, pensando que en este actuar se está siendo “libre”, en realidad se está sucumbiendo a ellos. Es la esclavitud de los impulsos, que nos impide nacer al mundo de los motivos nobles y las correctas intenciones.

De nuestra genuina intención nace nuestra intuición. De la genuina intuición nace nuestra inspiración. De nuestra inspiración nace nuestra creatividad, participamos del proceso de creación. En la creatividad hay inspiración, y ésta es la clave mayor de la libertad.

Podemos, en fin, comprender el legado de nuestros pasados, no como algo bueno o malo, sino como el sustrato necesario para crear la obra de arte única de nuestra propia vida. 

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